CÍRCULO DE CIBERLECTURA
ÍNDICE
Noticias.- Congreso, Comunicación y Salud, Cuenca.
Comentario de libros. La crisis de la narración; Atlas de emociones.
Webs de interés.- Asociación de Economistas de la Salud.
Artículo comentado. La comunicación no verbal.
Audio recomendado.- Conversación Bill Gates y Al Saltman.
NOTICIAS
Congreso Comunicación y Salud, Cuenca.
XXXIII Congreso Nacional de Comunicación y Salud que se realizará del 25 al 27 de abril del 2024 en la ciudad de Cuenca. Información y propuestas de posters, comunicaciones y talleres ver haciendo clic aquí.
Políticas públicas para la salud: perspectivas desde la economía y la sanidad. San Cristóbal de la Laguna 26 al 28 de Junio 2024.
Congreso de la Asociación de Bioética Fundamental y Clínica que se celebrará en Cartagena (España) los próximos días 23-25 de mayo de 2024 con el lema «Bioética y complejidad».
Comunicaciones hasta el 4 de febrero.
COMENTARIO DE LIBROS
Byung-Chul Han. La crisis de la narración Herder. Barna 2023
¿Le ocurre al lector de estas líneas que ya no sabe qué serie televisiva mirar, porque todas son previsibles? Tenemos un empacho de narraciones, un empacho que también es sabiduría: somos (todos) expertos en tramas; nos conocemos los trucos de los guionistas. En pocas palabras: somos tan resabiados que los guionistas sudan sangre para sorprendernos.
Quizás sea este tedio el que motive a Byung-Chul Han a decir:
“Está haciendo furor la moda del storytelling, que es el arte de narrar historias como estrategia para transmitir mensajes emocionalmente, pero lo que hay tras esa aparatosa moda es un vacío narrativo, que se manifiesta como desorientación y carencia de sentido”. Y más adelante: “las narraciones han perdido su fuerza original, su gravitación, su misterio y hasta su magia. Una vez que las hemos calado en su artificiosidad, pierden su verdad intrínseca. Entonces pasamos a percibirlas como contingentes, intercambiables y modificables. Dejan de ser vinculantes para nosotros y pierden su fuerza conectiva”.
Bien, hasta aquí podría estar bastante de acuerdo. Toda vez que somos expertos en narraciones podemos entrar en la arquitectura de estas narraciones, pensar en finales más felices, o menos previsibles; en fin, la narración deja de ser algo “dado” para devenir material maleable. Este es el espectador actual, capaz no solo de disfrutar de una narración, sino también de analizarla y predecir su desarrollo y final. Un ejemplo: cuando en una serie aparece una familia feliz jugando con sus hijos, el espectador ya prevé que algo malo va a pasarles a estos infantes.
Sin embargo, Byung-Chul Han no aprecia el empoderamiento del espectador actual. Lo percibe, más bien, como un monigote vapuleado por las fuerzas del mercado. Los medios de comunicación han hackeado su cerebro, y reducido su libertad a la de mero consumidor. Aquí empiezo a discrepar. Los guionistas son tan manipulados por el espectador como el espectador por el guionista. Los manuales de “buen guionista” facilitan la tarea creativa, (ver McKee, “El guión”, comentado en el Boletín de Diciembre 2023), pero un guion académico, correcto, ya no triunfa. El espectador quiere ser sorprendido. Por ello no creo que haya crisis de narraciones, como afirma Byung-Chul Han. Hay buenas narraciones como siempre las ha habido. Lo que ocurre es que ahora hay mucha gente que produce narraciones mediocres, amables, que inundan el mercado. Y las buenas narraciones quedan ocultas bajo este ruido.
Byung-Chul Han trata de caracterizar nuestra época como aquella en la que las informaciones concretas e inarticuladas han substituido a las narraciones coherentes y significativas. Ello nos conduce a grabar con nuestros móviles instantes de nuestras vidas para lograr “likes”, pero sin que aporten significado ni valor a nuestras vidas:
“En la Modernidad tardía, que es la era digital, tratamos de disimular la desnudez de la vida y de ocultar el absurdo vital a base de estar permanentemente posteando, dándole al botón de «me gusta» y compartiendo. El ruido de la comunicación y de la información impide que se nos revele el aterrador vacío vital. La crisis actual no consiste en «vivir o narrar», sino en «vivir o postear».”
Byung-Chul Han ve en esta tendencia las fuerzas de un capitalismo mordaz que transforma todo lo humano en mercancía, el storytelling en storyselling. Ello produce un desencantamiento del mundo. Dejamos de creer en los Reyes Magos sin percatarnos de que un mundo sin el aura del encantamiento es un mundo en el que dejamos de pertenecer a la comunidad de creyentes:
“Sin narración no hay fiesta ni tiempo festivo, no hay sentimiento de festividad, vivida como una intensa sensación de ser; no hay más que trabajo y tiempo libre, producción y consumo.
Las narraciones capaces de transformar el mundo y de descubrir en él nuevas dimensiones nunca las crea a voluntad una sola persona. Su surgimiento obedece más bien a un proceso complejo, en el que participan diversas fuerzas y distintos actores. En definitiva, son la expresión del modo de sentir de una época. Estas narraciones, con su verdad intrínseca, son lo contrario de las narrativas aligeradas, intercambiables y devenidas contingentes, es decir, de las micro-narrativas del presente, que carecen de toda gravitación y de toda pretensión de verdad.
El storytelling, por el contrario, solo crea communities. La community es la comunidad en forma de mercancía.
Consta de consumidores. Ningún storytelling podrá volver a encender un fuego de campamento, en torno del cual se congreguen personas para contarse historias”.
Por consiguiente, y ahí reside quizás una de las idea-fuerza de este libro:
“El desencantamiento del mundo significa, antes que nada, que la relación con el mundo se reduce a la causalidad. La causalidad no es más que una de las posibles formas de relación. Su totalización provoca la pobreza en mundo y en experiencia. Un mundo mágico es aquel en el que las cosas entablan entre sí relaciones que trascienden el nexo causal y en el que intercambian confidencias. La causalidad es mecánica y extrínseca. Las relaciones mágicas o poéticas con el mundo significan que una profunda simpatía conecta al hombre con las cosas.”
COMENTARIO CRÍTICO: No entiendo bien como Byung-Chul Han puede llegar a conclusiones tan extremas. En realidad, Byung-Chul Han ignora un gran protagonista que entra en la articulación colectiva de las narraciones, y es el pensamiento científico. Este tipo de discurrir también tiene sus narraciones, como no se cansan de predicar los antropólogos. Pero son narraciones basadas en hechos, en informaciones. Y estos hechos, estas informaciones que aparecen inicialmente desarticuladas, la narración científica es capaz de presentarlas con un sentido. Byung-Chul Han nos diría que estas son precisamente las narraciones que “desencantan” el mundo. En efecto, hemos dejado de creer -una parte de la sociedad- en Reyes Magos, en dioses menores o Santos que interceden por nuestras cuitas mundanas… Y bien, ¿eso nos sitúa en algún sentido, en desventaja con relación a tiempos pretéritos? Pongamos el cambio climático como ejemplo: ¿sería mejor encomendarnos a hechizos o jaculatorias para solventarlo, o tratar de revertir el efecto invernadero?
Estoy de acuerdo con Byung-Chul Han en que no hay solo esta forma de relacionarse con la realidad. Lo humano incorpora necesariamente la poesía, la música, el cuento fantástico, porque todo ello es parte de nuestra adaptación como especie a un mundo más duro y cruel de lo que nos permitimos pensar. Pero dudo mucho que esta llamada a un orden mágico, esta invocación de una sociedad preindustrial quizás mitificada, pero que jamás existió tal como la imagina Byung-Chul Han, sea la solución. Analicemos con algo más de detenimiento algunas de sus afirmaciones:
“La vida que va pasando de un presente al siguiente, que tropieza de una crisis a la siguiente, de un problema al siguiente, degenera a mera supervivencia. Vivir es más que resolver problemas.
Quien se limita a resolver problemas no tiene futuro. La narración es lo único que abre el futuro, al permitirnos albergar esperanzas.”
Preguntaría a Byung-Chul Han ¿qué tipo de esperanzas? ¿Religiosas? Y por otro lado, ¿es mejor cualquier tipo de esperanza, cualquier tipo de narración, a admitir que “no sabemos”? Me temo que hay una pulsión de tipo religioso o animista en el planteamiento de Byung-Chul Han. Otro ejemplo:
“Debemos a la felicidad la salvación del pasado. Para salvar el pasado se necesita una fuerza tensora narrativa que lo acople al presente y le permita seguir repercutiendo en él, e incluso resucitar en él. Por eso, la felicidad connota la redención. No habrá felicidad para nosotros mientras todo nos precipite hacia un paroxismo de la actualidad, o sea, en pleno temporal de contingencia.
Tener un destino significa hacerse cargo expresamente del propio «sí mismo». Quien se abandona a las «realidades momentáneas» se queda sin destino, sin «auténtica historicidad».”
De acuerdo en que somos “animales de sentido”, como afirmaba Zubiri. Y que precisamos ilusiones, esperanza, para dar sentido a nuestras vidas. Un empacho de exterioridad, (extimidad), nos conduce a una débil intimidad. La búsqueda compulsiva de “likes” nos hace olvidar lo que de veras sentimos, creemos y deseamos. Pero la realidad social no es esta. Este empacho pueden sufrirlo estratos concretos de la sociedad, pero ¿definen a la sociedad en su conjunto? Son generalizaciones que valen como alertas, pero no creo que sean un diagnóstico serio.
Incluso una atenta mirada al mundo de los influencers puede detectar en esta franja social un retorno a lo genuino. Los influencers que triunfan son buenos comunicadores que rompen algún estereotipo. Se les mira porque iluminan algún ámbito de nuestra cultura y ayudan a descubrir algo. Los que se pierden en busca de “likes” acaban perdiéndolo todo. Igual en política. Buscamos relatos genuinos, justo los que dan sentido.
Byung-Chul Han cae en dos tipos de mantras:
1) El mantra de que el consumo pervierte la bondad de las comunidades “naturales”. Somos víctimas del mercado capitalista que nos manipula, aliena y victimiza. Sin embargo, ya hace mucho tiempo que no hay tales comunidades. Todos pertenecemos a un cruce de tendencias y afinidades, lealtades y competiciones. Y, vaya por donde, resulta que desde Cuba a Rusia, de China a Venezuela, todo el mundo quiere tener nevera, lavaplatos y coche. Pero ser víctima de lo que sea, es un mantra que genera la simpatía de la persona victimizada, es decir, de ese perfil tan común de persona que echa las culpas de todos sus males a fuerzas externas y contumaces. Rubert de Ventós y otros filósofos, (Sartre, Hans Jonas, Weber…), ya se refirieron a esta tendencia como justificación de no asumir sus propias responsabilidades. Buscar al “malo de la película” en forma de burgués, fuerzas del mercado, políticos, o Estado… es una manera de evitar pensar la complejidad de las sociedades actuales. Pereza intelectual disfrazada de esnobismo, diría Nietzsche.
2) El mantra de que la sociedad de consumo pervierte o anula la creatividad. Estoy en desacuerdo. Nunca en otro período histórico la creatividad había florecido tanto y en tantas áreas de la actividad humana. Y en cuanto a la ausencia de narraciones… ¡solo falta ver las muchas que ofrecen los políticos! Sin ir más lejos Trump y muchos aprendices de brujos conspiranoicos… ¿Ya nadie recuerda la historia del 5G como causa del COVID19? Por suerte la narrativa científica limita el poder del pensamiento mágico.
En resumen, el mensaje de Byung-Chul Han puede parecer un canto a recobrar las esencias humanas que estamos perdiendo. Creo más bien que defiende un “encantamiento del mundo” pre-científico, anclado en una religiosidad que le lleva a ver la historia manejada por fuerzas ocultas, y para las que propone cierta redención de los pecados… Pero… ¿cuáles pecados? ¿De quién?
Francesc Borrell
Sant Pere de Ribes
Watt Smith T. Atlas de las emociones humanas Blakie Books, Barna 2022.
Las emociones interesan. Interesa también el concepto y la práctica de la inteligencia emocional. Pero sobre todo nos interesan nuestras emociones, porque el mundo gana sentido e interés por las emociones que nos activan, motivan y despiertan apetitos físicos y espirituales.
Una vez esta materia emocional se analiza y sedimenta, da lugar primero a sentimientos, luego a actitudes, y quizás después, no siempre, a propósitos con diferente implicación, compromiso y proyección vital.
El libro que hoy comentamos intenta recoger emociones muy variadas. Podríamos entender que se trata de un proyecto antropológico, pero la autora es historiadora, y su mirada va por ahí. Por consiguiente, las 150 emociones analizadas no tienen un rigor metodológico, y su desarrollo es básicamente literario. No por ello el libro carece de interés.
Para entender algo más el punto de partida de Watt Smith, cito el siguiente párrafo de la introducción:
“Márchate de una discusión echando humo por las orejas, y puede que resulte difícil determinar el momento exacto en el que termina
tu indignación y empieza un frío desprecio hacia ti mismo.
Algunas emociones son tan silenciosas que pasan desapercibidas antes de que hayamos tenido la oportunidad de detectarlas, como esa sensación de comodidad momentánea que hace que dirijas tu mano hacia una marca conocida en el supermercado. Y después están esas que nos amenazan de lejos, aquellas de las que huimos, temiendo que nos exploten en la cara: los celos que provocan que nuestras manos rebusquen, inquietas, en los bolsillos de nuestra pareja, o la vergüenza que puede llevarnos a la autodestrucción”.
Esta variedad emocional confirma el aserto de José Antonio Marina en el sentido de que las emociones son juicios rápidos de la realidad, juicios que buscan la polaridad: aceptación o rechazo, confort o incomodidad, etc. Luego viene el procesamiento, las razones que nos damos, el entorno cultural que matiza justificaciones o nos juzga con severidad… las emociones se producen ante hechos externos, pero también ante decisiones que tomamos, o pensamientos que cruzan nuestra mente a gran velocidad. Estamos de acuerdo.
Watt Smith prosigue el análisis de las emociones de esta guisa:
“En la década de 1880, la idea de que las emociones eran reflejos heredados estaba tan aceptada por los científicos que el filósofo William James pudo defender que las reacciones corporales eran las emociones, y que la sensación subjetiva simplemente venía después. Aunque «el sentido común nos dice que […] nos encontramos con un oso, nos asustamos y corremos», escribió, era más racional decir que «tenemos miedo porque temblamos». Creía que primero venía la respuesta física, y la cualidad subjetiva era un producto secundario —él lo llamaba «epifenómeno»— que se daba un instante después”.
Entender que las emociones responden a patrones fuertemente enraizados en nuestra biología, tiene mucha lógica. En el siglo XIX los intelectuales hablaban de las pasiones. Tenían muy presente los instintos animales. Hoy en día preferimos hablar de que el ser humano tiene disposiciones que el entorno modula. William James se percató de que la conciencia de la emoción se construye por los efectos de una reacción rápida y ajena a la voluntad. No hay -por lo general- un razonamiento que nos lleve a tener miedo, sino una reacción evaluativa, inmediata y mecánica. Esta reacción nos “conmueve”, el corazón palpita, sudamos, etc., y también nuestro cerebro se pone en alerta. Todo en conjunto es percibido como miedo. El concepto jamesiano de emoción valora este automatismo somático y apunta hacia esta unidad cognitivo-somática, que más tarde Antonio Damasio abordaría de manera más sistemática. No creo que Watt Smith haya captado esta idea.
Pero lo que Watt Smith destaca con acierto es el componente modulante de la cultura. Quizás no hablaríamos de sentimientos complejos si no hubiera una literatura potente en torno a los celos, la vergüenza, el resentimiento, etc. Gran verdad que muchas personas no hablarían del amor si no hubieran leído y escuchado que tal sentimiento existe. Tampoco hablaríamos de un buen vino y otro rematadamente malo, porque la sociedad humana vive una progresiva sofisticación en todos los campos perceptivos.
“La influencia de nuestras ideas puede ser tan poderosa que a veces actúa sobre las reacciones biológicas que consideramos de lo más naturales. ¿Cómo es posible, si no, que en el siglo XI los caballeros se desmayaran de consternación o bostezaran de amor? ¿O que hace 400 años la gente pudiera morir de nostalgia?”
“Este interés por los lenguajes emocionales suscitó preguntas intrigantes: si gente diferente tiene diferentes maneras de conceptualizar sus emociones, ¿las sienten diferente también?”
Interesante pregunta. Las diferencias en las tasas de suicidios o en el perfil de crisis vitales entre culturas apuntas a una respuesta positiva. Entonces, ¿carece de sentido hablar de emociones universales? Watt Smith lo pone en duda:
“Incluso las definiciones de aquellas emociones que a veces son consideradas «básicas» o «universales», como el temor o el asco, varían en función del tiempo y el lugar. La idea de que algunas emociones son más fundamentales que otras es muy antigua. El Li Chi, una colección confuciana de preceptos y rituales que data, como mínimo, del primer siglo a. e. c., identifica siete sentimientos inherentes (alegría, rabia, tristeza, temor, amor, desagrado y cariño). El filósofo René Descartes pensaba que había seis «pasiones primitivas» (asombro, amor, odio, deseo, alegría y tristeza). En nuestros tiempos, hay psicólogos evolucionistas que defienden que todas las personas expresan entre seis y ocho emociones «básicas» de la misma manera”.
Pero la crítica deja una puerta abierta:
“La lista suele incluir asco, miedo, sorpresa, ira, felicidad y tristeza (no incluye el amor, cuyas manifestaciones son inseparables de los rituales propios de las diferentes culturas). Se cree que estas expresiones emocionales «básicas» son respuestas evolucionadas a aprietos universales: una mueca de asco expulsa el veneno de nuestra boca cuando sacamos la lengua; el subidón de energía que nos invade cuando sentimos rabia nos puede ayudar a luchar contra el enemigo”.
No cabe duda de que el entorno cultural -y el momento en que se produce la emoción- determina si debemos avergonzarnos de un pensamiento lascivo, o de una ocurrencia sarcástica. También el momento en que se produce una emoción puede incrementar la atracción o el rechazo hacia un objeto o persona. Por eso tenemos que analizar los factores que influyen en emociones vergonzantes, antes de reprimirlas, advierte Watt Smith.
Bien, esta es la introducción. Y el lector se preguntará por la variedad de emociones recogidas. En efecto, son 150. Me permito citar algunas, las que empiezan por la letra “a”, (y no todas):
ABHIMAN, ABURRIMIENTO, ACEDIA, ACUMULAR, tendencia a, AGOBIO, ALEGRÍA, ALIVIO, AMAE, AMBIGUFOBIA, AMOR, ANSIEDAD, ANTICIPACIÓN, APATÍA, L’APPEL DU VIDE, ARREPENTIMIENTO, ASCO, ASOMBRO, AUTOCOMPASIÓN, AWUMBUK.
¿Abhiman? Personalmente nunca había oído este vocablo. Según Watt Smith es una palabra india que “evoca el dolor y la ira que sentimos cuando nos daña alguien a quien amamos o de quien esperamos un trato amable. En su raíz se encuentran la pena y la conmoción, pero rápidamente se convierte en orgullo, fuerte y herido. A menudo se traduce al inglés como «dignidad herida» o «represalia rencorosa», expresiones que conllevan un matiz de mezquindad”.
Leyendo esta y otras entradas del atlas, se me ocurre que Watt Smith mezcla maneras de decir o nombrar emociones. Si empezamos a nombrar la ira por cada situación concreta que la produce, nos inventaremos palabras para describir la ira al ser despedido de un trabajo, al ser engañado por la pareja, al ser estafado por un malaware, etc. Quizás el Atlas ganaría en consistencia si agrupara formas de rencor, formas de generosidad, formas de apego….
El libro también es deudor de la confusión entre sentimiento y emoción. Como apunta Marina, una cosa son las reacciones automáticas, (emociones) y otra cosa es la persistencia y enquistamiento de determinadas emociones, (sentimientos). El rencor, por ejemplo, podría ser un enquistamiento del Abhiman…. ¿deberíamos cambiarle el nombre?
Por cierto, Watt Smith no incluye una de las emociones que ennoblecen nuestra especie: la congratulación. Congratularnos es sentirnos felices por los logros de otra persona. En cambio, la autora recoge el término “compersión” como sentimiento de felicidad por saber que nuestra pareja siente atracción hacia otras persona y es correspondida, e incluso que tiene relaciones sexuales con ella. La compersión sería una emoción imprescindible para adentrarse en las procelosas aguas del poliamor. Pero ¿no sería mas bien un sentimiento? Creo que la reacción habitual de que tu pareja tenga otro partner es una emoción de celos. Solo tras una ardua reflexión la persona puede llegar a sentir compersión… En todo caso la ausencia de la congratulación en favor de la compersión ya dice mucho del signo de nuestros tiempos.
Francesc Borrell
Sant Pere de Ribes
WEBS DE INTERÉS
Asociación Economistas de la Salud
Encontraréis en esta web un conjunto de artículos interesantes. También publica un Boletín y un blog. El propósito de la AES es: “fomentar el conocimiento y promover el debate en cuestiones relativas a la Economía de la Salud para contribuir al análisis y ofrecer argumentos que permitan la mejora de la salud y de los servicios de atención sanitaria”.
La perspectiva de un economista frente al mundo sanitario es diferente al del médico o enfermera. Su preocupación estriba en la eficiencia, calidad, pero también en las reglas de juego. Y para muestra, he aquí un artículo que va de reglas de juego:
Nivelar el terreno de juego en sanidad por Ricard Meneu, Beatriz González López-Valcárcel, Vicente Ortún, Anna García-Altés
Escogemos este párrafo para incentivar su lectura:
“Aún es más grave que por los responsables de la regulación sanitaria básica no se reporte ninguna información sistematizada sobre actividades y resultados de los centros privados sin vinculación con el sistema público, más allá del Sistema de Información de Atención Especializada (SIAE), resultado de la reforma de la anterior Estadística de Establecimientos Sanitarios con Régimen de Internado (ESCRI). Los recursos, actividad y, sobre todo, los indicadores de calidad de la atención sanitaria de esos centros quedan fuera del radar y son opacos a los ciudadanos y a la propia administración. Es paradójico que la fuente de información más completa sobre la red privada sea un informe anual de parte, titulado invariablemente “Sanidad Privada Aportando Valor”. Volcando en un repositorio común una mínima parte de la información que TODOS los centros, públicos y privados, manejan para sus cuadros de mandos y gestión resultaría inmediato disponer de sistemas de comparación como los que desde hace lustros existen en países menos ordenancistas (ver ejemplos de EE.UU.) y que, además, resultan razonablemente comprensibles por la ciudadanía que se enfrenta a decisiones sobre su salud y asistencia sanitaria”.
Pablo Oliveras
Murcia
ARTÍCULO COMENTADO
Flavio Abarca Macedo,, Mauro Tapia Cruz, Yeni Pari Yana, La comunicación no verbal en el proceso de atención de salud Aten Prim 55(12), 2023.
CARTAS CIENTÍFICAS
DOI: 10.1016/j.aprim.2023.102777 Acceso a texto completo
He ahí un trabajo que no por simple debiera llamarnos la atención. El objetivo lo resumen así los autores: “El diseño consideró un estudio descriptivo de enfoque cuantitativo, transversal realizado en el Hospital Regional «Manuel Núñez Butrón» de la región Puno – Perú, encuestando a 185 pacientes tras atención de salud en los servicios de hospitalización, urgencia o consulta externa, en diciembre de 2022 observando las disposiciones de la Declaración de Helsinki”.
Los resultados apenas se comentan pero resulta muy expresivos:
Tabla 1: Escala perceptual de la comunicación no verbal según dimensiones analizadas. Resultados del estudio (en términos porcentuales)
Dimensiones |
Mucho peor de lo esperado |
Peor de lo esperado |
Lo esperado |
Mejor de lo esperado |
Mucho mejor de lo esperado |
Expresión facial |
10,27 |
51,89 |
35,14 |
2,70 |
0,00 |
Expresión gestual |
9,19 |
30,27 |
60,00 |
54,00 |
0,00 |
Tono de voz |
9,73 |
38,38 |
42,70 |
9,19 |
0,00 |
Interés mostrado |
7,03 |
45,95 |
29,73 |
17,30 |
0,00 |
Escucha activa |
11,36 |
33,51 |
45,95 |
9,19 |
0,00 |
En algunas ocasiones se ha destacado que la calidad asistencial se evalúa según conviene al que la proporciona. Si preguntamos a un paciente si ha sido atendido correctamente, lo más probable es que diga “si”. Pero si le preguntamos si por el tono de voz el profesional de la salud le ha mostrado interés, quizás su respuesta sea muy diferente. Y este trabajo no por simple deja de ser un aldabonazo para incluir la comunicación no verbal como un parámetro confiable y sensible en las evaluaciones de la calidad asistencial.
Pablo Oliveras
Murcia
AUDIO RECOMENDADO
Conversación entre Bill Gates y Al Saltman
Continuamos con el tema de la Inteligencia Artificial. Bill Gates conversa con el responsable del ChatGPT. La conversación se efectúa en inglés, pero hay subtítulos, (ojo, también en inglés). Tras manifestarse algo escéptico, Bill pregunta sobre la utilidad de la IA. Curiosamente Saltman cree que será en el campo de la programación y de la educación donde veremos aplicaciones mas disruptivas. Esta visión abona la tesis de que la IA evolucionará hacia inteligencias dependientes de campo o área de conocimiento. Saltman propone una autoridad mundial para limitar y ordenar esta potente herramienta, para la que predice una rápida evolución en los próximos 10 años.
La Redacción.