CÍRCULO DE CIBERLECTURA
ÍNDICE
Noticias.- Curso Dislexia y otros recursos en Open Access.
Comentario de libros. – Magníficos rebeldes. Partículas elementales.
Webs de interés.- Todas las conversaciones. Edge. Edge Library.
Artículo comentado.- Revisando el concepto de vulnerabilidad en la investigación clínica.
Video recomendado.- Lenguaje corporal
NOTICIAS
Se ha publicado el Curso de Dislexia (Open Access). Las autoras, Lidia Rigual y Miriam Castells, expertas en este campo, proporcionan conceptos claros y recursos para familias, centros educatives y profesionales de la salud. Lo encontraréis en el Campus Virtual de la Fundación Letamendi.
https://campusvirtual.fundacionletamendi.com/
En este mismo Campus Virtual encontraréis:
- Espacio Francesc Borrell (Novedad): artículos y libros en Open Access de nuestro colaborador y director del blog, (excepto capítulos de libro y otros documentos que pudieran estar en explotación comercial).
- Espacio Diego Gracia: 6 libros de este prestigioso autor, también en Open Access para toda la comunidad latinoamericana. Felicitamos al profesor Diego Gracia por su doctorado honoris causa (Universidad de Burgos)
- Curso de Trastornos del Aprendizaje: un completo curso de la mano de Vicente Morales (pediatra y director del curso). Pasa revista a los principales trastornos del neurodesarrollo.
Empieza la publicación del Thesaurus de Seguridad clínica en Urgencias Pediátricas, por parte de la Societat Catalana de Pediatria. Un material de altísima calidad:
Nuestro compañero Francesc Borrell ha sido galardonado con la medalla al mérito sanitario “Josep Trueta”. En esta misma edición 2024 otro médico de familia recibirá el galardón, el doctor Carles Blai. Ambos profesionales introdujeron (junto al Dr. Martínez-Carretero, DEP), el método de evaluación objetiva, basada en estaciones de trabajo. Ambos se han distinguido por sus propuestas asistenciales y docentes.
COMENTARIO DE LIBROS
Wulf A. «Magníficos rebeldes». Los primeros románticos y la invención del yo. Taurus, Barna 2022
El libro recrea, con minuciosidad, apenas 15 años de historia de Europa, del pensamiento y de la literatura, 15 años que cambiaron para siempre el pensamiento filosófico y en los cuales se ampliaron nuevas maneras de entender la naturaleza, el arte y la literatura.
En la pequeña ciudad centroeuropea de Jena, en el centro de lo que hoy es Alemania, se juntaron y vivieron las mentes más privilegiadas del conjunto de reinos, principados, ducados, electorados … de la hoy Alemania.
Johann Wolfgang von Goethe, Friedrich Schiller, los hermanos August Wilhelm Schlegel y Friedrich Schlegel, Johann Gottlieb Fichte, los también Hermanos Alexander von Humboldt y Wilhelm von Humboldt, Friedrich Schelling, Friedrich von Hardenberg, más conocido por el pseudónimo de Novalis, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Ludwig Tieck y las también escritoras y traductoras, aunque nunca firmasen con sus nombres, Caroline Böhmer Schlegel-Shelling, Caroline von Humboldt y Dorothea Veit-Schlegel, vivieron en esa pequeña ciudad compartiendo sus vidas en lo cotidiano y componiendo una nueva manera de entender el mundo.
Será Goethe, que era mayor en edad y ya muy famoso en Alemania y Europa quien apadrine al resto de los componentes del llamado Circulo de Jena.En la década de 1770, ya había escrito Las penas del joven Werther dentro del movimiento Sturm und Drang (Tempestad y Empuje,) que situó los sentimientos, por encima del racionalismo de la Ilustración.
El rey de los filósofos, como se denomina a Kant en el libro “sostenía que era la mente y la experiencia humanas las que daban forma a nuestra comprensión de la naturaleza y el mundo, y no las reglas escritas e impuestas por Dios. En lugar de buscar verdades absolutas o el conocimiento objetivo, Kant dirigió su atención a la subjetividad y a lo individual. Atrévete a conocer, escribió en 1784 en respuesta a la pregunta ¿Qué es la Ilustración?” A Kant debemos frases como “cultiva tu propia mente” o “no se requiere nada para ilustrarse, salvo la libertad”.
Contra ese contexto de racionalidad absoluta, será donde los magníficos rebeldes del Círculo de Jena encuentren su nuevo pensamiento y su nueva literatura.
Como nos dice la autora, “Schiller encontraba que toda la razón, racionalidad y empirismo nos habían proporcionado un conocimiento poderoso, pero ahora era necesario perfeccionar la moral. Todo el conocimiento del mundo no bastaba para que una persona desarrollase el sentido de lo que está bien o está mal” […] “la utilidad es el gran ídolo de nuestro tiempo, al que todos los poderes rinden pleitesía. El beneficio, la productividad y el consumo se habían convertido en el faro de las sociedades modernas […] pero era la belleza la que podía conducirnos hasta principios éticos y convertirnos en mejores personas. Todo este discurso lo va desarrollando Schiller en su escrito Cartas sobre la educación estética del hombre. “El arte mejora el carácter y sin la belleza no hay sentido de la moral […] el sentimiento y la razón debían trabajar unidos, y el instrumento para lograrlo era el arte”. Nos dice la autora que “Las Cartas sobre la educación estética del hombre, de Schiller, se convirtieron en el acta fundacional de una nueva generación de pensadores y escritores, los conocidos como románticos, que colocarían a la imaginación por encima de la razón, la ciencia y la filosofía. En opinión del joven filósofo Hegel, aquel libro de Schiller era simplemente “una obra maestra”.
Pero que tenía Jena, por qué en esa pequeña ciudad se reunieron tantos intelectuales del momento. En respuesta de Schiller, era la universidad, en ningún lugar, decía, se podía disfrutar de una libertad tan auténtica. No olvidemos que, en muchas otras partes de la actual Alemania, en aquel momento, había una importante censura, o que la propia ciudad de Berlín no tenía universidad.
Y en ese contexto de libertad creativa surgiría el nuevo concepto de romanticismo, la poesía, apelando a su etimología griega, poietikó: creativo, productivo. Para ellos la poesía romántica podía ser cualquier cosa: un poema, por supuesto, pero también una novela, un edificio, una pieza musical o un experimento científico. Todo aquello que fuera creación humana era romántico. August Wilhelm Schelegel la describió como el poder de crear lo bello y Novalis dijo que poetizar es crear. “Lo que conectaba todo era la imaginación, la facultad más importante de la mente, subrayaban, porque la razón, por sí sola, no era suficiente para captar el mundo. Como vemos el término romanticismo se aleja bastante de lo que hoy entendemos, en muchas ocasiones, por ese término. No era ser sentimental, ni sufrir por amor o mostrarse emocional en exceso, como nos señala la autora, era ser creativo, imaginativo, productivo.
También acuñaron otro término, un neologismo, sinfilosofar. Añadieron el prefijo sym que significa juntos, en común, a la palabra filosofía, es decir, estar todos juntos, interconectados. Una interconexión que en la mentalidad romántica iba más allá de estar trabajando en común, sino también, en conectar ciencias y letras, naturaleza y pensamiento, lo real con lo ideal.
Este movimiento también se caracterizó por el concepto del yo unido al de libertad, era lógico si se antepone la imaginación a la razón. Pero esta idea ya quedaba expresada en Las penas del joven Werther de Goethe cuando dice el protagonista “Miré dentro de mí y me encontré con un mundo entero”.
Fichte será quien redefina de un modo radical el yo y el mundo exterior, o como lo enunciaba el propio Fichte el “yo” y el “no-yo”. Fichte llegó a Jena a impartir clases y por entonces ya no creía en la cosa en sí de Kant, según el cual el mundo exterior existía con independencia de la mente. Él criticaba al maestro de Königsberg y enseñaba que” la única certeza era que el mundo se experimentaba a través del yo, el Ich. El Ich, decía, se afirma, de una manera absolutamente original y sin reservas en su propio ser y a través de este poderoso acto inaugural, el no Ich, esto es el mundo externo, que incluía la naturaleza, los animales, las demás personas, etcétera, llegaba a existir […] Esto no quiere decir que el Ich cree el mundo, lo que crea es nuestro conocimiento del mundo, en pocas palabras el mundo es tal como creemos que es y es por tanto cognoscible, a diferencia de la cosa en sí kantiana […] el yo pasaba a ser el principal objeto de estudio y el yo consciente de sí mismo, lo que ahora llamamos autoconciencia. Fichte infundió al yo un nuevo poder: el de la autodeterminación. El Ich se postula a sí mismo, y deviene, por tanto, libre. Es el agente de todo. La libertad y la autodeterminación se convirtieron en los fundamentos de la filosofía fichteana. Un pensamiento que arraigaría en los miembros del Circulo de Jena y que significaba un nuevo giro en el campo de la filosofía. Sin libertad decía Fichte, la moral no era posible. Sostenía que solo aquellos que intentan hacer libres a los demás eran libres.
Pero a Fichte le saldría un inmediato competidor en el campo de las ideas, y también en Jena, se trata del filosofo Schelling quien llegó a esta ciudad el 5 de octubre de 1798, como nos dice la autora. Para este filósofo el yo y la naturaleza eran idénticos, a diferencia el Ich y no Ich de Fichte. Para Schelling “en el momento en que soy consciente del mundo externo, la conciencia de mi yo está también en él, como él en ella. En el mismo instante en que aparece mi autoconciencia, el mundo real se alza ante mí” Para Schelling el mundo era cognoscible “porque el sistema de la naturaleza era también el sistema de nuestra mente” la filosofía de Schelling sería la Naturphilosophie.
El libro sigue, también, a lo largo de sus páginas un relato personal de los miembros del Circulo de Jena, así como un recorrido histórico dn aquel periodo convulso de guerras napoleónicas, guerra que también sufrió la ciudad de Jena y el miembro del Círculo que, con el tiempo, ha pasado a ser uno de los padres de la filosofía, me refiero a Hegel, pues el autor de La Fenomenología del espíritu se encontraba en la ciudad durante la batalla de Jena en 1806. “Basándose en la obra de Schelling, Hegel se había propuesto explicar cómo la mente se presentaba a sí misma y cómo al hacerlo, desarrollaba una comprensión tanto de ella como de la realidad, un proceso que pasaba de la conciencia a la autoconciencia y luego a lo que Hegel definía como “conocimiento absoluto”. El conocimiento absoluto de Hegel es la mente viéndose a sí misma construir la realidad”.
Hegel fue el último que se quedó en Jena, para finalmente marchar, inicialmente Bamberg y finalmente en 1818, más de una década después de abandonar Jena, a Berlín donde aceptó la catedra de filosofía en la nueva Universidad, cátedra que dejaba vacante Fichte.
Juan Carlos Hernández-Clemente
Madrid, 2024.
Houellebecq M. «Partículas elementales». Anagrama, Barna 2002.
En este blog solo comentamos aquellas novelas que aportan una visión particular e interesante sobre aspectos médicos, de la condición humana y/o del discurrir filosófico. Este es el caso de esta irreverente novela, centrada en la vida de dos hermanastros que, por compartir, solo comparten infelicidad. Uno, Bruno, hipersexual, el otro -Michel- casi asexual. No es el único contraste: cada hermanastro tiene una constelación de intereses y sentimientos completamente diferentes. Michel es un reputado científico centrado en estabilizar el genoma humano. Bruno es un profesor de instituto preocupado únicamente en copular. Michel no se siente desgraciado porque su capacidad de sentir es muy limitada, (perfil Asperger, añadiríamos), pero Bruno sí tiene esta capacidad, la propia de un niño que no ha sido bienquerido en su infancia.
Houellebecq muestra en esta novela un amplio conocimiento científico, filosófico y cultural. Sitúa los personajes en sus coordenadas históricas y sociológicas, y no se recata de ornamentar la novela con detalles matemáticos, físico-químicos o biológicos. Voy a destacar únicamente los aspectos que conciernen a su visión de la condición humana.
Para Houellebecq la Humanidad avanza a trompicones metafísicos:
“En la época en la que vivió Djerzinski, casi todos consideraban que la filosofía estaba desprovista de cualquier importancia práctica, incluso de objeto. En realidad, la visión del mundo adoptada con mayor frecuencia en un momento dado por los miembros de una sociedad determina su economía, su política y sus costumbres. Las mutaciones metafisicas -es decir, las transiciones radicales y globales de la visión del mundo adoptada por la mayoría- son raras en la historia de la humanidad. Como ejemplo, se puede citar la aparición del cristianismo. En cuanto se produce una mutación metafísica, se desarrolla sin encontrar resistencia hasta sus últimas consecuencias. Barre sin ni siquiera prestarles atención los sistemas económicos y políticos, los juicios estéticos, las jerarquías sociales. No hay fuerza humana que pueda interrumpir su curso…, salvo la aparición de una nueva mutación metafísica”.
Las religiones serían momentos fundacionales que deben ser valorados “por sus consecuencias morales”. En otras palabras: ¿de qué ha sido capaz esta religión de hacer en esta sociedad concreta? Ya podemos imaginar cuán crítico es Houellebecq con el islamismo…
Pero tenemos un período histórico concreto, más breve, con modas y circunstancias socioeconómicas que marcan a los individuos. Distingue Houellebecq los individuos “sintomáticos”, que harán lo que ven hacer, y los precursores, gente que ensayará maneras alternativas, muchas veces vanguardia de cambios que serán aceptados en el devenir de años
“El relato de una vida humana puede ser tan largo o tan breve como uno quiera. Naturalmente se recomienda, por su extrema brevedad, la opción metafísica o trágica, que se limita al fin y al cabo a las fechas de nacimiento y muerte grabadas clásicamente en una lápida. (…) Arrastrados por la evolución histórica de su época y, a la vez, habiendo decidido formar parte de ella, los individuos sintomáticos llevan, por lo general, una vida simple y feliz; el relato clásico de sus vidas puede ocupar una o dos páginas. Janine Ceccaldi, por su parte, pertenecía a la desalentadora categoría de los precursores. Muy bien adaptados, por una parte, al modo de vida mayoritario de su época, intentando a la vez sobrepasarlo «por arriba>> a base de preconizar nuevos comportamientos o de popularizar comportamientos todavía poco practicados”.
Pero el comportamiento humano se ve sacudido por lo mucho de simios que albergamos, (¿recuedan a de Waal, “el simio que llevamos dentro”?; consulten el Boletín de Octubre 2024… porque esta novela en buena parte describe en términos de acritud lo que de Waal describe en términos benevolentes). Al referirse al bullying escolar Houellebecq afirma:
“…en los rituales de combate; los animales de bajo rango intentan mejorar su posición provocando a los animales de rango superior, porque saben que en caso de victoria su situación mejorará. Un rango elevado va acompañado de ciertos privilegios: alimentarse primero, copular con las hembras del grupo. No obstante, el animal más débil puede evitar el combate adoptando una postura de sumisión (agacharse, presentar el ano). Bruno se hallaba en una situación menos favorable. La brutalidad y la dominación, corrientes en las sociedades animales, se ven acompañadas ya en los chimpancés (Pan troglodytes) por actos de crueldad gratuita hacia el animal más débil. Esta tendencia alcanza el máximo en las sociedades humanas primitivas, y entre los niños y adolescentes de las sociedades desarrolladas. Más tarde aparece la piedad, o identificación con el sufrimiento del prójimo; esta piedad se sistematiza rápidamente en forma de ley moral. En el internado del liceo de Meaux, Jean Cohen (Nota: se refiere al maestro), representaba la ley moral, y no tenía la menor intención de apartarse de ella”.
Houellebecq también es un agudo observador de las contradicciones culturales de cada época, y detecta aquellas brechas morales por las que se cuela la ambivalencia o la anomia. Al referirse a los usos de flirteo y sexualidad asevera:
“Durante una primera fase (digamos entre los doce y los quince años), la chica sale con muchos chicos (la ambigüedad semántica del verbo salir reflejaba, por otra parte, una verdadera ambigüedad de comportamiento: ¿qué querría decir, exactamente, salir con un chico? ¿Se trataba de besarlo en la boca, de los placeres más profundos del toqueteo y el manoseo, de relaciones sexuales propiamente dichas? ¿Había que dejar que el chico te tocara los pechos? ¿Había que quitarse las bragas? ¿Y qué pasaba con las partes del chico?). Para Patricia Hohweiller o Caroline Yessayan no era fácil; sus revistas favoritas daban respuestas vagas y contradictorias. Durante la segunda fase (poco después del bachillerato), la misma chica sentía la necesidad de una historia seria (más tarde llamada big love en las revistas alemanas), y la pregunta de entonces era: «¿Debo irme a vivir con Jérémie?»; era una segunda fase, pero en principio definitiva. La extrema fragilidad de este arreglo que las revistas proponían a las chicas -de hecho, se trataba de superponer, pegándolos arbitrariamente sobre dos momentos consecutivos de la vida, modelos opuestos de comportamiento no fue evidente hasta unos años después, cuando la gente se dio cuenta de que el divorcio se había generalizado”.
Houellebecq trata extensamente las prácticas sexuales extremas. Solo me referiré en este punto al concepto que maneja de sadomasoquismo. Agotadas las prácticas sexuales colectivas, Houellebecq cree que el ser humano persigue la excitación a toda costa, y se ve arrojado al sadomasoquismo. Resulta interesante mencionar el estudio recientemente publicado por José Lázaro sobre esta temática (1), porque de alguna manera propone un modelo diferente. Para Lázaro no es un devenir forzado por las circunstancias, no es un agotamiento de la excitación en la esfera de la normalidad admitida, un querer “siempre un poco más”, sino una tendencia que se manifiesta en un porcentaje de la población “normal”. Las relaciones íntimas tendrían aspectos sadomasoquistas que podrían o no incrementarse en función de la relación establecida y otros avatares.
En todo caso el mundo, para Houellebecq, es un lugar ciertamente inhóspito, (en este punto podemos encontrar el rastro precursor de otro filósofo francés, Ciorán). Por ello hay que mirar la religión con misericordia, (¿misericordia del no creyente?, pues si…). Una falta de suelo metafísico -por ejemplo, un ateísmo institucional forzado- no lleva a nada bueno:
“El agnosticismo por principio de la República Francesa facilitó el triunfo hipócrita, progresivo y hasta ligeramente insidioso de la antropología materialista. Los problemas de valores de la vida humana, de los que nunca se hablaba abiertamente, siguieron dando vueltas en todas las cabezas; se puede afirmar sin la menor duda que en parte contribuyeron, en el curso de las últimas décadas de la civilización occidental, al establecimiento de un clima general depresivo e incluso masoquista”.
Mientras que Houellebecq se muestra implacable con los hombres, tiene una consideración especial con las mujeres:
“En la historia siempre han existido seres humanos así. Seres humanos que trabajaron toda su vida, y que trabajaron mucho, sólo por amor y entrega; que dieron literalmente su vida a los demás con un espíritu de amor y de entrega; que sin embargo no lo consideraban un sacrificio; que en realidad no concebían otro modo de vida más que el de dar su vida a los demás con un espíritu de entrega y de amor. En la práctica, estos seres humanos casi siempre han sido mujeres”.
Porque en esta novela los hombres quedan retratados como animales copuladores incapaces de ternura:
“En el fondo, se preguntaba Michel observando los movimientos del sol sobre las cortinas, ¿para qué servían los hombres? Puede que en épocas anteriores, cuando había muchos osos, la virilidad desempeñara un papel específico e insustituible; pero hacía siglos que los hombres, evidentemente, ya no servían para casi nada. A veces mataban el aburrimiento jugando partidos de tenis, cosa que era un mal menor, pero a veces les parecía útil hacer avanzar la historia, es decir, provocar revoluciones y guerras, esencialmente. (…) En realidad los hombres no han tenido nunca el menor interés por sus hijos, nunca han sentido amor por ellos, y además los hombres son incapaces de amar, es un sentimiento que les resulta completamente ajeno. Lo único que conocen es el deseo, el deseo sexual en estado bruto y la competición entre machos; y luego, en otra época y dentro del matrimonio, podían llegar a sentir cierto agradecimiento por su compañera cuando les daba hijos, llevaba bien la casa, era buena cocinera y buena amante; entonces les agradaba compartir la cama con ella”.
Resulta curioso que en esta novela hay potentes resonancias de los hermanos Huxley. Aldous Huxley es bien conocido por su novela The Brave New World, (traducida como “Un mundo feliz”), novela que describe un mundo en que la reproducción a dejado de ser sexual, y al no darse esta competición por mantener nuestros propios genes, las personas pueden vivir de manera más pacífica. El hermano de Aldous, Julien, fue biólogo evolucionista y primer director de la UNESCO. La novela de Houellebecq sigue el rastro de estos pensadores, (y de hecho el final de la novela es deudora de esta herencia, aspecto que no puedo desvelar por respeto a los futuros lectores), al punto de señalar que…
“En una sociedad racional como la que describe Un mundo feliz, la lucha puede atenuarse. La competencia económica, metáfora del dominio del espacio, no tiene razón de ser en una sociedad rica, que controla los flujos económicos. La competencia sexual, metáfora del dominio del tiempo mediante la procreación, no tiene razón de ser en una sociedad en la que el sexo y la procreación están perfectamente separados; pero Huxley olvida tener en cuenta el individualismo. No supo comprender que el sexo, una vez disociado de la procreación, subsiste no ya como principio de placer, sino como principio de diferenciación narcisista; lo mismo ocurre con el deseo de riquezas. ¿Por qué el modelo socialdemócrata sueco no ha logrado nunca sustituir al modelo liberal? ¿Por qué nunca se ha aplicado al ámbito de la satisfacción sexual? Porque la mutación metafísica operada por la ciencia moderna conlleva la individuación, la vanidad, el odio y el deseo”.
La sociedad, en todo momento histórico, tiene un grave problema: tiene que lidiar con el placer y el sufrimiento. Y en este punto cobran vigencia las visiones metafísicas, entre ellas las religiosas:
“El placer, es fuente de sufrimiento, odio e infelicidad. Esto lo sabían y enseñaban todos los filósofos: no sólo los budistas o los cristianos, sino todos los filósofos dignos de tal nombre. La solución de los utopistas, de Platón a Huxley pasando por Fourier, consiste en extinguir el deseo y el sufrimiento que provoca preconizando su inmediata satisfacción. En el extremo opuesto, la sociedad erótico-publicitaria en la que vivimos se empeña en organizar el deseo, en aumentar el deseo en proporciones inauditas, mientras mantiene la satisfacción en el ámbito de lo privado. Para que la sociedad funcione, para que continúe la competencia, el deseo tiene que crecer, extenderse y devorar la vida de los hombres”.
El drama que describe esta novela es el drama de una generación, la generación de la “liberación sexual”, cuando llega a una edad en que la juventud queda marchitada:
“…las mujeres que tenían veinte años en torno a «la época del 68>> se encontraron, al llegar a los cuarenta, en una enojosa situación. Por lo general divorciadas, casi nunca podían contar con esa conyugalidad -cálida o miserable- cuya desaparición habían acelerado todo lo posible. Formaban parte de una generación que había proclamado la superioridad de la juventud sobre la edad madura -la primera generación que lo había hecho hasta ese extremo, y no era de extrañar que la generación que venía detrás las despreciara. El culto al cuerpo que habían contribuido tanto a establecer las llevaba, a medida que se marchitaban, a experimentar una repugnancia cada vez más viva hacia sí mismas; una repugnancia semejante a la que leían en las miradas ajenas. Los hombres de su edad se encontraban, grosso modo, en la misma situación; pero el destino común no engendraba la menor solidaridad: al llegar a los cuarenta, los hombres solían seguir buscando chicas jóvenes”.
Ya ven, amigos lectores, Houellebecq no se anda con rodeos. Hay de fondo en esta novela el deseo de fijar la condición humana en función de momentos históricos. No creo que lo consiga, al menos en esta novela, porque una novela forzosamente se aplica en describir los extremos mas ostentosos de una realidad social repleta de zonas grises e incluso luminosas. Personalmente estoy en desacuerdos con muchas de las afirmaciones que realiza Houellebecq, pero leerle tiene algo de lenitivo, es un ejercicio de catarsis; supongo que para algunos lectores suscita una identificación dolorosa, para otros un saberse a salvo de tanta miseria. En todo caso esta novela no deja indiferente a nadie.
Francesc Borrell
Sant Pere de Ribes
1.-Lázaro J. El contrato de prostitución conyugal. Ed. Triacastela. Madrid 2024.
WEBS DE INTERÉS
Todas las conversaciones | Edge.org
Edge.org, lanzado en 1996 como una extensión del Reality Club, es una plataforma en línea que promueve el intercambio de ideas avanzadas entre las mentes más sofisticadas del mundo, siguiendo la filosofía de su inspirador James Lee Byars. El Reality Club, activo entre 1981 y 1996, reunía a intelectuales en encuentros informales para debatir rigurosamente, con la premisa de que los participantes debían cuestionarse mutuamente. Byars proponía que el conocimiento debía generarse al reunir a personas excepcionales para que se interrogaran entre sí. Este enfoque dio lugar a Edge, un espacio para la «tercera cultura», que incluye científicos y pensadores que, a través de su trabajo, desplazan al intelectual tradicional al explicar los significados más profundos de la vida.
Escojo de su presentación los siguientes párrafos:
La «tercera cultura» redefine nuestra comprensión del mundo al conectar disciplinas como la biología evolutiva, la genética y la neurofisiología con preguntas fundamentales sobre el origen del universo, la vida y la mente. Edge, como un documento vivo, exhibe esta cultura en acción, fomentando el pensamiento especulativo y creativo que está en la vanguardia del conocimiento. Contribuyentes de Edge son individuos cuyo trabajo desafía las nociones establecidas y explora nuevas metáforas para comprendernos a nosotros mismos y al mundo. Edge se compara con organizaciones históricas como la Royal Society y la Sociedad Lunar, promoviendo la exploración intelectual continua y el conocimiento experimental.
“Edge es un documento vivo en la Web que muestra «la tercera cultura» en acción. El «contenido» de Edge es el grupo de personas que se conectan de esta manera. Edge es una conversación.
Las ideas presentadas en Edge son especulativas; Representan las fronteras del conocimiento en las áreas de biología evolutiva, genética, informática, neurofisiología, psicología y física. Algunas de las preguntas fundamentales que se plantean son: ¿De dónde vino el universo? ¿De dónde vino la vida? ¿De dónde vino la mente? De la tercera cultura emerge una nueva filosofía natural, fundada en la comprensión de la importancia de la complejidad, de la evolución. Los sistemas muy complejos, ya sean organismos, cerebros, la biosfera o el universo mismo, no fueron construidos por diseño; todos han evolucionado.
Hay un nuevo conjunto de metáforas para describirnos a nosotros mismos, nuestras mentes, el universo y todas las cosas que conocemos en él, y son los intelectuales con estas nuevas ideas e imágenes, esos científicos y otros que hacen cosas y escriben sus propios libros, los que impulsan nuestros tiempos.
La tercera cultura consiste en aquellos científicos y otros pensadores en el mundo empírico que, a través de su trabajo y escritura expositiva, están tomando el lugar del intelectual tradicional para hacer visibles los significados más profundos de nuestras vidas, redefiniendo quiénes y qué somos.
A lo largo de los años, Edge ha tenido un criterio simple para elegir a los colaboradores. Buscamos personas cuyo trabajo creativo haya ampliado nuestra noción de quiénes y qué somos. Algunos son autores de bestsellers o son famosos en la cultura de masas. La mayoría no lo son. Más bien, alentamos el trabajo en la vanguardia de la cultura y la investigación de ideas que no han sido generalmente expuestas. Nos interesa «pensar inteligentemente». No estamos interesados en la «sabiduría» recibida. En la teoría de las comunicaciones, la información no se define como datos o entradas, sino más bien como «una diferencia que marca la diferencia».
Y de manera concreta echad un vistazo a las sugerencias de lectura que realizan. Un auténtico festival para las mentes inquietas:
Pablo Oliveras
Murcia
ARTÍCULO COMENTADO
Revisando el concepto de vulnerabilidad en la investigación clínica.
Kipnis, K. (2001). Vulnerability in research subjects: a bioethical taxonomy. In: National Bioethics Advisory Commission (ed.), Ethical and policy issues in research involving human participants. Bethesda: National Bioethics Advisory Commission; G1–G13.
Accesible Open Access: http://www.aapcho.org/wp/wp-content/uploads/2012/02/Kipnis-VulnerabilityinResearchSubjects.pdf
El concepto de vulnerabilidad hay sido enfatizado desde la perspectiva de la investigación, y ha supuesto un importante impulso en la universalización del consentimiento informado. Supone aceptar que los individuos somos diferentes, y que se puede dar la circunstancia de ejercer un dominio sobre la voluntad de determinadas personas, necesitadas por ejemplo de obtener un dinero, para que realicen una actividad contra sus intereses o incluso su voluntad. Es decir, detectar una vulnerabilidad nos hace poderosos de una manera injusta, de una manera contraria a la autonomía del ciudadano. Los autores sintetizan: “La inmoralidad de usar a los demás de esta manera, egoístamente e injustamente—Kant diría “meramente como un medio”—es la base característica de la severa condena de la humanidad hacia la investigación con sujetos no consentidos”. Y añaden dos importantes matices:
1-Discapacidad no significa automáticamente vulnerabilidad: “Para evitar confusión, es importante señalar la diferencia entre el sentido cotidiano de “vulnerabilidad” y el uso especial pertinente al contexto de la investigación humana. Consideremos, por ejemplo, la vulnerabilidad distintiva de las personas ciegas: ellas suelen ser menos capaces de protegerse a sí mismas y, en consecuencia, es fácil para los malhechores victimizarles de ciertas maneras. Pero es poco probable que esta vulnerabilidad sea relevante en el contexto de la mayoría de las investigaciones. Los investigadores no están al acecho, esperando para abalanzarse sobre los ciegos y explotarlos. A pesar de las vulnerabilidades de muchas personas discapacitadas, la ausencia de una capacidad común no señala por sí misma una necesidad de precaución especial por parte de los investigadores”.
2-No hay que confundir vulnerabilidad con susceptibilidad: “podemos hablar de los hombres como vulnerables al cáncer testicular, (…) Quizá sería menos confuso decir que los varones son genéricamente susceptibles al cáncer testicular, lo que significa simplemente que es un daño que solo ellos pueden sufrir. La vulnerabilidad, en cambio, connota una exposición inusual a algún tipo de daño, y, en consecuencia, reservaré el término exclusivamente para describir condiciones que aumentan el riesgo de daño”.
El análisis riguroso de la vulnerabilidad cumplirá por consiguiente tres propósitos: “En primer lugar, proporcionará una lista de verificación de circunstancias que, junto con otras condiciones, pueden invalidar la permisibilidad de la investigación. Cada una de estas circunstancias genera sus propios problemas. ¿Es posible, se preguntarán los investigadores, llevar a cabo investigaciones éticamente responsables con estos sujetos a pesar de su vulnerabilidad? Un análisis útil de la vulnerabilidad tendría que sugerir respuestas a esa pregunta. En segundo lugar, proporcionará una base intelectual para tratar a una subpoblación como vulnerable y—igualmente importante—para determinar, de manera genérica, qué medidas suplementarias específicas se requieren a la luz de sus vulnerabilidades. Y, finalmente, proporcionará una base para una conclusión justificada de que algún investigador ha aprovechado injustamente, de manera consciente o negligente, a sujetos vulnerables en la investigación”.
El artículo propone distinguir seis tipos de vulnerabilidad:
– Cognitiva: ¿Tiene el candidato al estudio la capacidad de deliberar y decidir si participar o no en el estudio?
– Jurídica: ¿Está el candidato al estudio sujeto a la autoridad de otros que puedan tener un interés independiente en esa participación?
– Deferencial: ¿Está el candidato al estudio inclinado a patrones de comportamiento deferente que puedan enmascarar una falta de voluntad subyacente para participar?
– Médica: ¿Ha sido seleccionado el candidato al estudio, en parte, porque tiene una condición de salud grave para la cual no hay remedios satisfactorios?
– Asignativa: ¿Carece el candidato al estudio gravemente de bienes sociales importantes que se le proporcionarán como consecuencia de su participación en la investigación?
– Infraestructural: ¿Posee el contexto político, organizativo, económico y social del entorno de la investigación la integridad y los recursos necesarios para gestionar el estudio?
Pero el artículo nos previene también de una sobreprotección de los candidatos: “cuando no existen tratamientos satisfactorios, la participación en un ensayo clínico puede ser la mejor oportunidad de un paciente. Por ejemplo, durante los primeros ensayos de antirretrovirales para la infección por VIH, los presos se quejaron con justicia de que las reglas de protección existentes les estaban impidiendo acceder a los únicos tratamientos que ofrecían una esperanza de beneficio. Como se ha observado, sería enormemente erróneo dejar que los marineros se ahogaran únicamente porque las balsas disponibles no habían sido aprobadas por la Guardia Costera. Debemos ser extremadamente cuidadosos para no permitir que una solicitud mal dirigida cargue desventajas adicionales e injustas sobre los hombros de aquellos que ya están desproporcionadamente agobiados”.
Pablo Oliveras
Murcia
VIDEO RECOMENDADO
LENGUAJE CORPORAL, LO QUE TU CUERPO DICE AUNQUE NO QUIERAS
El lenguaje corporal es tan inmediato que pasa pocos filtros: cuesta disimular emociones que nos cruzan como relámpagos. Cruzarnos de brazos, ladear el cuerpo, dar un golpecito en la mesa cuando estamos entrevistando a alguien, y queremos acabar…. El conferenciante nos habla de todos estos detalles, las dificultades para aseverar que alguien miente o disimula, o la calidad de una comunicación verbal y gestual coherente.
La Redacción