Comentario de libros.- De Waal F. El Bonobo y los diez mandamientos; Edward O. Wilson. The Social Conquest of Earth.
Webs de interés.- Filósofos utilitaristas.
Artículo comentado.- Peter Singer: ETHICS AND INTUITIONS
Vídeo recomendado.- De Waal: Conducta moral en los animales.
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Noticias.-
La Fundación Letamendi cerró con éxito sus primeras Jornadas Moisés Broggi dedicadas a los Trastornos del aprendizaje. Los lectores interesados encontrarán la Conferencia Inaugural (profesor Gegorio Luri) en :
Próximamente colgaremos también algunas de las intervenciones que se produjeron en el Simposium de medicina narrativa celebrada en Madrid, y que organizó la Fundación Iatrós.
Atención al: SEMINARIO DE EPISTEMOLOGÍA HISTÓRICA, dedicada al EFECTO PLACEBO, que tendrá lugar el miércoles 23 de septiembre en la sala Manuel de Terán (3F) del Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC.
El programa de las intervenciones es el siguiente:
10.00 – 13.30: The Placebo Effect
JAVIER MOSCOSO (CSIC): Introduction – A Short History of the Placebo Effect
CHARLOTTE ROSALIND BLEASE (University College Dublin): The Placebo Concept in Psychotherapy
MARCO ANNONI (CNR, Italy): Exceptional Lies: The Ethics of Using Deceptive Placebos in Clinical Settings
DAVID TEIRA (UNED): Telling Placebos Apart
16.00 – 18.30: El efecto placebo y la enfermedad de fibromialgia
De Waal F. El Bonobo y los diez mandamientos. Tusquets Ed. Barna 2015.-
El autor del libro
El libro que comentamos es posterior al del mismo autor, “las edades de la empatía”, que comentamos en el último Boletín de Junio. La línea discursiva es similar: la moralidad del ser humano está anclada en su animalidad, y es fruto de un proceso evolutivo. Podemos reseguir este proceso evolutivo en otros animales gregarios, y de manera llamativa entre los primates. De Waal argumenta que la moralidad humana parte de dos sentimientos morales, la empatía y la justicia. En lo que concierne a la empatía el libro desarrolla nuevamente la idea que ya estudiábamos en su anterior libro, a saber, que los animales gregarios disfrutan haciendo el bien, (beneficiando), a sus congéneres, siempre que se trate de conocidos. En cuanto a la justicia distingue dos niveles: un sentimiento de justicia en primera persona, consistente en no recibir menos que los demás; y un segundo nivel en que el sujeto busca la paz social, la cohesión del grupo o su bienestar. Las últimas frases de la obra expresan con rotundidad la idea-fuerza que atraviesa todas las páginas: “Todo lo que la ciencia ha aprendido en las últimas décadas contradice la visión pesimista de que la moralidad es un delgado barniz sobre una naturaleza humana vil. Bien al contrario, nuestro trasfondo evolutivo tiende una mano amiga sin la cual nunca habríamos llegado tan lejos” (pág 249).
La segunda preocupación netamente filosófica del autor concierne al debate entre ciencia y religión. De Waal se declara ateo pero no es beligerante con las religiones. Por el contrario opina que las religiones son consustanciales a la vida humana. Nos propone al respecto extender el experimento mental que Golding plantea en “El señor de las moscas”… aquellos niños abandonados en una isla desierta… sin duda serían sensibles a la justicia, y a buen seguro desarrollarían algún tipo de industria, pero lo que casi seguro no serían capaces es de desarrollar un método de observación y teorización científico (pag 225-6). La ciencia en algún sentido es inhumana, porque lo que busca el ser humano es creer en algo que le tranquilice… La ciencia nos obliga a veces a aceptar “verdades” incómodas e incluso intranquilizadoras.
¿Por qué entonces defender la religión? De Waal define religión como “reverencia compartida por lo sobrenatural, lo sagrado o lo espiritual, junto con los símbolos, rituales y cultos asociados” (pág 222). Todas las sociedades han desarrollado algún tipo de manifestación religiosa.
El autor distingue una elaboración tribal de tipo espiritista, y una religión mas normativizada, que surge con las ciudades. Podríamos en este punto seguir el pensamiento de Mircea Eliade, al que no cita. La religión con un Dios moralizante se hace necesario, para De Waal, para cohesionar personas que no están unidas por lazos de proximidad. La tribu hace innecesario ue se sacralice la dignidad humana porque automáticamente el prójimo es uno mismo. Pero enla ciudad eso no resulta tan obvio…
Ahora bien, ¿no resulta la religión también, en alguna medida, “el opio del pueblo”? ¿Por qué defenderla desde una óptica netamente científica? En primer lugar porque “tenemos derecho a soñar” (pag 215). Aunque los mitos cosmológicos que incorporan muchas religiones no sean creíbles, le sirven al sujeto que las cree, e incluso lo puede creer como cree en la realidad de una obra de arte, (por ejemplo una película). Se emociona aunque sepa que no es verdad. Por consiguiente un científico podría elaborar teorías completamente contradictorias con los mitos cosmológicos, sin que ello le supusiera una contradicción insalvable.
En segundo lugar porque pensar en la muerte es algo imposible para muchas personas, y la religión, – como elaboración colectiva que incorpora la muerte- , suple esta deficiencia y brinda un conjunto de justificaciones y razonamientos que pone al alcance de cualquiera.
En tercer lugar porque las religiones proporcionan un poso comunitario de valores compartidos y generan capital social. Ello redunda al bienestar de las personas, pero también a la longevidad de las instituciones, argumenta De Waal (pag 224). Es el “ojo vigilante” que nos hace ser un poco mejores aunque sepamos que tras la fotografía de estos ojos no hay nadie que nos mire. Commo colofón a este argumento De Waal cita a Freud, quien refiriéndose al comunismo vaticinó que la religión solo podía ser substituida por otra doctrina que tuviera mecanismos psicológicos similares. Los experimentos de ateísmo institucional fracasaron o tuvieron efectos perniciosos… ¿no es mejor por consiguiente dejar que las religiones tradicionales cumplan con su rol social? En este punto nos parece oír la voz de William James, en su obra “las variedades de la experiencia religiosa”, que por desgracia no parece conocer De Waal.
El libro en su conjunto está trufado de anécdotas relativas a experimentos y observaciones con primates, (chimpancés y bonobos). Las observaciones a nivel de comunicación no verbal son las que he encontrado mas interesantes. Las referencias bibliográficas son extensas y muy interesantes: corresponden a trabajos de campo relativos a capacidades cognitivas con primates y niños. Lo que la etología nos puede aportar a la reflexión filosófica y humanista aún nos deparará gratas sorpresas.
Pablo Oliveres
Murcia
Edward O. Wilson. The Social Conquest of Earth. Liveright New York 2013.-
Wilson es uno de los mayores expertos mundiales en el conocimiento y estudio de las hormigas. De joven perdió un ojo al clavársele un anzuelo mientras pescaba, y para compensar su mala visión,(como nos explica en sus páginas biográficas), decidió especializarse en el estudio de lo diminuto. No es esta una de las menores paradojas de su trabajo. Comparar la sociedad humana a la organización matriarcal de las hormigas parece tarea insensata. O un abuso del lenguaje, pues poco podría inspirarnos un hormiguero como no fuera una distopia como la que Huxley traza en The Brave New World, (traducido como “Un mundo feliz”).
Sin embargo la perspectiva que adopta Wilson le permite saltar los millones de años que nos separan de la aparición de las hormigas y del Homo Sapiens. Lo que le interesa a Wilson es analizar el tipo de fuerzas evolutivas que actúan en la sociedad humana y las sociedades de insectos sociales. La complejidad psicológica y social de los humanos radica, a su manera de ver, en la convergencia de dos presiones evolutivas de enorme calado: la competencia entre individuos y la competencia entre grupos. Mientras que en las especies animales en general solo podemos percibir la primera, la selección de grupos se realiza sobre una base cultural que con los siglos implica también –(y modela)- nuestro substrato genético:
“Traits (targets) that are acted upon exclusively by selection between groups are those emerging from interactions among members of each group. These interactions include communication, division of labor, dominance, and cooperation in performing communal tasks. If the quality of these interactions favors the colony (…) the genes prescribing their performances will spread through the population”.
“Individual- versus- group selection results in a mix of altruism and selfishness, of virtue and sin, among the members of a society. If one colony member devotes its life to service over marriage, the individual is of benefit to the society, even though it does not have personal offspring”. (pag 163).
“Selection at the individual level tends to create competitiveness and selfish behavior among group members –in status, mating and the securing of resources. In opposition, selection between groups tends to create selfless behavior, expressed in greater generosity and altruism, which in turn promote stronger cohesion and strength of the group as a whole”. (pag 274).
El largo camino de la selección cultural es también el largo camino de educar nuestros sentimientos hacia la empatía y la cooperación, por encima de la imposición y la fuerza. A Wilson no se le escapa la lucha que comporta este cruce de fuerzas En tanto los grupos compiten en la cúspide de la historia colectiva, cada uno de nosotros tiene su particular lucha entre satisfacer nuestras necesidades o sacrificarnos por el grupo. “We, all of us, live out our lives in conflict and contention” (pag 290) .
El cruce de estas dos fuerzas impacta directamente en la organización de nuestros cerebros. Cada uno de nosotros es campo de batalla para emociones encontradas, emociones de supervivencia versus emociones solidarias, flujos de empatía automática versus impulsos de supremacía o intimidación hacia congéneres… La vida civilizada requiere de una cada vez mas sofisticada circuitería cerebral para inhibir nuestro sustrato animal, las reacciones de origen mas predatorio. Y en este punto la sociedades modernas crean un contexto que favorece determinados fenotipos sentimentales, creciendo en altura, si, pero quizás mas en altura moral que somática.
EO Wilson
EEl libro tiene una amplia disquisición biológica pero también filosófica. El paralelismo con los libros de De Waal, (ver mas arriba), resulta inevitable. También aquí encontramos la pregunta que todo etólogo de pro se debe a sí mismo: ¿qué pinta la religión en la evolución humana? Coinciden ambos en el papel cohesionador de la religión, y en la función tranquilizadora de los mitos.”The power of organized religions is based upon their contribution to social order and personal security, not to the search of truth. The rol of religions is submission to the will and common good of the tribe”. (pag 259).
En el capítulo de las anécdotas: Wilson dedica bastantes páginas a desmentir la teoría del gen egoísta, que inicialmente fue enunciada por Hamilton. Al parece no hay suficiente casuística para postular que los insectos, ni otras especies, priorizan conductas altruistas a mayor igualdad de carga genética. Y segunda anécdota: el libro, al igual que el libro de De Waal, también tiene como motivo artístico un cuadro, en este caso de Gauguin. “¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Adónde vamos?” es un cuadro de Paul Gauguin hecho en diciembre de 1897 durante su segunda estancia en Tahití. Se conserva en el Museo de Bellas Artes de Boston y concitó la curiosidad de Wilson, quien empieza y acaba su libro preguntándose por el sentido de estas preguntas.
Franccesc Borrell Sant Pere de Ribes, Barcelona
Webs de interés.-
The dictates of utility are neither more nor less than the dictates of the most extensive and enlightened (that is, well-advised) benevolence.
Jeremy Bentham
Con estas palabras se presenta este portal que de manera concisa presenta los libros, artículos y otros escritos de los principales filósofos utilitaristas. Es muy de agradecer el esfuerzo para poner a disposición de Internet materiales que de otra manera sería casi imposible consultar.
Nos manejamos en la vida cotidiana con intuiciones acerca de lo que está bien y está mal. Un ejemplo: imaginemos que dos hermanos en sus 20 y 22 años deciden –provistos de métodos anticonceptivos- tener una aventura amorosa. No tienen compromisos afectivos con terceras personas y practican un sexo seguro. La experiencia les resulta agradable y la repiten un par de veces, antes de continuar con sus vidas por separado…. ¿Qué juicio moral le inspira esta historia? La mayor parte de personas interrogadas al respecto -según Haidt J- coincidieron en que se trataba de una conducta que no podía aprobar, aunque no supieron razonarlo.
Peter Singer
Existen bastantes intuiciones morales que entran en contradicción con éticas normativas, eso es, éticas que desde uno u otro punto de partida, (utilitarista, principalista…), prescriben lo que debemos o no hacer. En el ejemplo anterior está bien claro que esta pareja, aunque sean hermanos, no han hecho daño a nadie con su conducta…. Sin embargo no podemos evitar que prejuicios o tabúes ancestrales interfieran con nuestros juicios morales. Si juzgáramos esta conducta a la luz del utilitarismo, nada podríamos reprocharles, pues alcanzan una mejor cota de felicidad o bienestar sin perjudicar a nadie. ¿Qué nos molesta?….¿de dónde procede el sentimiento de repulsión con el que escuchamos la historieta?
Nuestros juicios morales no son casuales, sino fruto de una cultura en la que estamos inmersos, fruto también de un proceso evolutivo que como especie hemos atesorado, y fruto de estrategias de supervivencia que no alcanzamos a comprender. Por consiguiente una cosa son las razones que nos damos, o las justificaciones mas o menos científicas, (antropológicas, sociológicas, psicológicas…) que acertemos a darnos, y otra distinta son las causas reales por las que los seres humanos compartimos intuiciones morales que a veces chocan contra los razonamientos mas elementales. Otro ejemplo: ¿por qué razón deberíamos ayudar primero a nuestro vecino relativamente acomodado, o a un familiar en apuros, antes que a una familia con 3 niños que están en una situación desesperada?
El trabajo de Singer trata de dar una respuesta a partir de los avances científicos, en especial los avances en neurociencias. Publicado en 2005, se considera este artículo como “seminal” en esta nueva disciplina llamada neuroética, y por ello fue seleccionado por Adela Cortina para la Guía Comares de Neurofilosofía Práctica. Por desgracia, desde mi punto de vista, tampoco logra desenredar el ovillo, aunque hay que reconocerle una virtud: es capaz de situar el debate en el corazón mismo de la ética.
Existirían dos posiciones extremas: a) dar crédito a nuestras intuiciones morales y ajustar las teoría morales para satisfacerlas; o bien…b) dar crédito a la ética normativa que tenemos por buena, en el caso de Singer el utilitarismo, y sacar las consecuencias prácticas a que nos conduzca, aunque sea a costa de violentar nuestras intuiciones morales.
Rawls se enfrentó también con este dilema e intentó un camino medio, al que llamo equilibrio reflexivo (reflective equilibrium). De manera similar a como un científico trata de ajustar su modelo a los datos discrepantes que le proporcionan algunos de sus experimentos, de la misma manera el filósofo moral trataría de modificar hasta donde le fuera posible su teoría moral para dar cuenta de sus intuiciones morales.
Singer esta en desacuerdo con este método: en breve, le parece excesivamente respetuoso con las intuiciones morales. En este punto marca una línea roja con el planteamiento de Rawls: el filósofo moral no se las tiene con datos empíricos que tiene que ajustar a un modelo matemático. “Sin embargo, una teoría ética normativa no trata de explicar nuestras intuiciones morales comunes. Podría rechazarlas todas y aún así ser supreior a otras teorías normativas que se ajustan mejor a nuestras intuiciones morales. Porque una teoría moral normativa no es un intento de responder a la pregunta: ¿Por qué pensamos como pensamos sobre cuestiones morales?” (pag 294). Y aún contúa:
A normative moral theory is an attempt to answer the question ‘‘What ought we to do?’’ It is perfectly possible to answer this question by saying: ‘‘Ignore all our ordinary moral judgments, and do what will produce the best consequences.’’ Of course, one would need to give some kind of argument for this answer. My concern now is not to give this argument, or any other argument for possible alternatives to whatever theory best explains our intuitive judgments. My point is that the model of reflective equilibrium, at least as presented in A Theory of Justice, appears to rule out such an answer, because it assumes that our moral intuitions are some kind of data from which we can learn what we ought to do. (pag 346 del texto original).
Podría contra-argumentarse que el equilibrio reflexivo podría tomar las intuiciones morales como meros datos en el ajuste de la teoría a los juicios morales a que dicha teoría dará lugar. Este razonamiento le parece a Singer muy peligroso, pues la teoría moral perderá significado en la medida en que pretenda abrazar el mayor numero de intuiciones morales. Al final será indistinguible del sentido común. De hecho esto es lo que ocurre cuando un periodista le solicita a un filósofo moral que opine sobre un suceso: en general tenderá a agradar a su audiencia y descafeinará todo lo necesario las teorías morales que sepa manejar para acomodarlas a las intuiciones morales culturalmente prevalentes.
La primera conclusión que saca Singer de todo este embrollo es que “tenemos un problema”. En palabras suyas:
What I am saying, in brief, is this. Advances in our understanding of ethics do not themselves directly imply any normative conclusions, but they undermine some conceptions of doing ethics which themselves have normative conclusions. Those conceptions of ethics tend to be too respectful of our intuitions. Our better understanding of ethics gives us grounds for being less respectful of them.
De acuerdo, pero en relación a como tratar con nuestras intuiciones morales, ¿qué nos aporta Singer? En primer lugar constata que es casi imposible salvarnos de las intuiciones morales. La misma base del utilitarismo tiene mucho de intuición, a saber, pensar que es mejor la felicidad de muchos que la de unos pocos, o que la felicidad de cada persona tiene el mismo valor…. partiendo de esta precaución, (o de este escepticismo, si se quiere), no tenemos sin embargo que llegar a una posición nihilista:
We can take the view that our moral intuitions and judgments are and always will be emotionally based intuitive responses, and reason can do no more than build the best possible case for a decision already made on nonrational grounds. That approach leads to a form of moral skepticism, although one still compatible with advocating our emotionally based moral values and encouraging clear thinking about them. Alternatively, we might attempt the ambitious task of separating those moral judgments that we owe to our evolutionary and cultural history, from those that have a rational basis. This is a large and difficult task. Even to specify in what sense a moral judgment can have a rational basis is not easy. Nevertheless, it seems to me worth attempting, for it is the only way to avoid moral skepticism (pag 351).
Trasladamos el problema a “dotar de razones” nuestras intuiciones, algo que ya había enunciado Diego Gracia: nuestras elecciones son racionales en la medida en que sabemos dar razón de ellas, sabemos razonarlas. Aparece entonces todo el tema de la ética dialógica y la construcción de razones por medio de conversaciones…
Otro camino que se me ocurre, y ahora siguiendo a Rawls, sería el camino de los hechos. Las teorias éticas no solo se sustentan por la clarificación de valores (y la jerarquía de valores, cuando estos entran en conflicto) sino que de su práctica devienen consecuencias mejores o peores para los seres humanos. Rawls propone una metodología de “4 pasos” que no deberíamos olvidar en esta discusión: para él la consecución de la justicia se logra mediante políticas institucionales. Establecer estas políticas exige partir de una “posición original” marcada por el velo de la ignorancia, un cuerpo normativo dialogado y en permanente revisión, capaz de sustanciar la igualdad de oportunidades, y finalmente una práctica y unos hechos que confirmarán o pondrán en duda algunas de las políticas institucionales y, por qué no, algunos de los valores o principios que las sustentaba. Las dos socluciones, la de Rawls y la de Singer, no me parecen que colisionen. Probablemente es lo que venimos haciendo las sociedades democráticas, aunque no sea fácil de percibir entre tanto ruido de corrupción y mediocridad.
Francesc Borrell
Sant Pere de Ribes, Barcelona
Vídeo recomendado.- Moral behavior in animals.
De Waal sintetiza sus principales argumentos en esta charla de apenas media hora, en la que destaca unos clips en que se muestra la reacción de elefantes y primates a diferentes pruebas cognitivas. No se peirdan la reacción ante la injusticia de los capuchinos,… memorable.
La Redacción.-
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