CIRCULO DE CIBERLECTURA
INDICE.-
Noticias.- XX Congreso de Comunicación y Salud. 29-30 Abril y 1 Mayo. Ibiza. Call for papers.- // 10ª Reunion de Investigación en Piscopatologia. Los fundamentos filosóficos de la psicopatología.// AHRC WORKSHOP
Comentario de libros.- J. Roser Matthews, La búsqueda de la certeza. La cuantificación en medicina.- Indika de A.Pániker.
Cine para la docencia de Humanidades Médicas.- Amar la vida. Por Marc Antoni Broggi.
Webs de interés.- Webs y Revistas de Humanidades Médicas.
Artículo comentado.-
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Noticias.-
*XX Congreso de Comunicación y Salud. 29-30 Abril y 1 Mayo. Ibiza. Call for papers.- http://www.semfyc.es/es/agenda/eventos/XX+Congreso+Entrevista+Clínica/
*10ª Reunion de Investigación en Piscopatologia. Los fundamentos filosóficos de la psicopatología. 3 Abril 2009. Puerto de Santa María, Cádiz. Contenidos: epistemología de la psiquiatria (German E. Berrios), el papel de la introspeccion (ER Valentine) historia y filosofia de la psiquiatria (PH Castel)
Informacion: unicongsvq@unicongress.com
CALL FOR PAPERS AND AHRC WORKSHOP ANNOUNCEMENT:
Mental Disorder Friday 6th March 2009 University of Warwick (foto) This one-day workshop will be the second event of a new Multidisciplinary Research Network on The Concepts of Health, Illness and Disease, funded by the AHRC. The network is managed by Dr Havi Carel (UWE) and Dr Rachel Cooper (Lancaster).
For more information on the network:http://www.uwe.ac.uk/hlss/courses/philosophy/ahrc_chid_network.shtml Within the broader framework of the project, which examines the concepts of health, illness and disease, this workshop will focus on mental disorder. How is mental illness different from physical illness? What are its unique features? What challenges does mental illness pose to different definitions of disease?
Confirmed Speakers: Prof Derek Bolton –tba Dr Lisa Bortolotti – Epistemic definitions of mental disorders: benefits and pitfalls
Call for papers: Papers which discuss the concept of mental disorder from any discipline are invited. Each paper will be given 30 minutes for presentation and discussion. Unfortunately we are unable to cover speakers’ expenses, although attendance at the workshop is free and refreshments will be provided. Please email a 500-word abstract to both Dr Havi Carel (havi.carel@uwe.ac.uk) and Dr Rachel Cooper (R.V.Cooper@lancaster.ac.uk) by 1st Feb. (Please do not reply to this email address) To register: Please email Dr Havi Carel (havi.carel@uwe.ac.uk) to reserve a place for this workshop (there is no registration fee). Some travel bursaries for postgraduate students are available. Please email Dr Havi Carel to apply for these.
Comentario de libros.-
A. Pániker. Indika. Kairós Ed.- Barna 2005.
Comentado por F. Borrell (Barcelona).
La tesis del libro podría parecer alejada de nuestra materia, las Humanidades Médicas. Trataré de demostrar lo contrario, pero primero permitidme introduciros al autor. Agustín Pániker Vilaplana (foto) es hijo de Salvador Pániker y Nuria Pompeia Vilaplana, y sobrino de Raimón Pániker. Mucha gente confunde a Raimón con Salvador. Son hermanos, sí, pero muy diferentes en sus posiciones filosóficas, aunque profundamente iguales en su fibra vital. Hijos de brahmán, ambos tuvieron su viaje iniciático a la India, (Raimón vivió bastantes años allí), ambos saben sánscrito y otras lenguas, ambos son eruditos. Y Agustín sigue en alguna medida la huella de la saga, con este libro impresionante por la documentación y el conocimiento de la India que rezuma. Pero la India, si me permiten, es la excusa para una tesis de enorme calado: para Agustín el periodo colonial inglés “fija”, distorsiona y obliga a extremar algunas tendencias sociales, culturales y religiosas que ahora constituyen el marchamo de lo indio. Pero eso que ahora consideramos lo típicamente indio, hace apenas 150 años no lo era en absoluto, ni se consideraba el “core” de la nación. Sería el caso del sistema de castas, de la tensión entre hindues y musulmanes, o de la misma religión hinduísta. Sería también el tópico de lo occidental frente a lo oriental, el materialismo frente a la espiritualidad. En seguida me centro en el tema de la salud, pero permitidme un par de citas sobre esta tesis general del libro. La primera sobre la visión que se tiene de Occidente desde la India, que llama “occidentosis”: “El Occidente es invariablemente materialista, decadente, hedonista, individualista, capitalista y colonialista. Al contrario “su” civilización es pura, sana, espiritual, frugal y ética. (pág 33). Y Agustín continúa:”Interesantemente muchos filósofos occidentales han hablado de retroceder al punto (el origen) en que Grecia se escindió –separando la Razón del Ser- de la tierra de donde surge el Sol (orietur). Es decir la mística oriental constituye el origen perdido de Occidente.” (pág 33 y 34). Téngase en cuenta que justamente esta tesis la defiende Salvador Pániker en su libro “retorno al origen”, lo que pone más tensión a la cita.
Pasemos al tema de la medicina. En los tiempos coloniales se creo “un cordón sanitario” alrededor de la comunidad blanca para evitar los males del clima. Se creía que el clima ejercía una acción funesta sobre la salud y el carácter. “Sin un control estricto (…) los europeos degenerarían a la condición de los nativos” (pág 341). Se inicia por tanto la colonización del medio natural, permanetemente inacabada, y los intentos de terminar con la viruela, el cólera y la peste. Agustín detalla las estrategias coloniales para erradicar la variolización ejercida por curanderos locales, que se praqcticaba, al parecer, desde tiempos inmemoriales, e implantar así la vacuna, intentos que los nativos acogen con recelo. La tesis de Agustín le lleva a secundar posiciones similares a las de Foucault: el uso institucional que hace el poder de la Medicina. Ya saben los lectores de este blog mi escaso aprecio a Foucault, (demasiada pereza para pensar la realidad), asi que no abundaré en lo “déjà vu” para destacar otro punto fuerte del libro: las interpretaciones a que dieron lugar los brotes de cólera –por parte de la autoridad colonial- asociados a las peregrinaciones, (en las cuales se bebía agua de ríos contaminados, pero no todos enfermaban al haber desarrollado inmunidad). Aunque acabó imponiéndose la causalidad microbiológica “los medioambientalistas insistían en que el clima, el entorno físico y la conducta social eran igual de importantes. Con ello reforzaban la suposición “orientalista” de que la India era intrínsecamente diferente de Europa y la convicción de que sólo aquellos que conocían bien el país podían pronunciarse sobre su naturaleza idiosincrásica y sus necesidades peculiares” (pág 346). Agustín traza un perfil de Gandhi alejado también de los clásicos estereotipos. El “excéntrico Gandhi” tenía que combatir las grandes narrativas de la Modernidad, asi que da un giro a los tópicos coloniales: convierte una India ultramontana “en espiritual; el epítome de la pasividad es transmutado en resistencia no-violenta; la aldea tradicionalista (…) en una democracia descentralizada” (pág 351). En fin, un libro que le da la vuelta a casi todos los tópicos que solemos manejar cuando hablamos de la India, y que nos hace pensar en la “otra” Historia de la Medicina, que tal vez se esté escribiendo en aquel Continente.
J. Roser Matthews, La búsqueda de la certeza. La cuantificación en medicina, Madrid, Triacastela, 2007
Por María Teresa García Martínez, Vigo.
En 1995, J. Rosser Matthews publicó en Princeton University Press su tesis doctoral Quantification and the Quest for Medical Certainty, que se convirtió rápidamente en la obra de referencia sobre la Historia de la estadística médica. Triacastela nos ofrece ahora una versión en castellano, debida a José Luis Puerta, que pone al alcance del público interesado en las Humanidades médicas una explicación social sobre cómo empezaron a usarse las matemáticas en la experimentación médica.
En efecto, el desarrollo de la medicina moderna ha coincidido con el auge de la estadística aplicada a las ciencias de la salud. Buena muestra de ello en la actualidad, es la aceptación mayoritaria del ensayo clínico como método evaluador de la seguridad y la eficacia de nuevos tratamientos. Matthews nos presenta un recorrido histórico desde el nacimiento de la estadística médica hasta mediados del siglo XX. Aunque hoy en día son pocos los que dudan de la aplicabilidad de la matemática en la medicina clínica, en sus inicios surgieron intensos debates dentro de la profesión médica. Rosser Matthews sugiere en su conclusión final, que muchas de las actuales controversias éticas, médicas, políticas, económicas y epistemológicas surgidas entorno a la institucionalización del ensayo clínico ya estaban presentes en las primeras décadas del siglo XIX, cuando el método numérico comenzó a aplicarse a la medicina.
La obra se estructura en ocho capítulos. En los tres primeros, el autor se centra en el debate que tuvo lugar en la Academia de Medicina de París hacia 1837 entre los partidarios del método estadístico (representados por Pierre Louis) y sus detractores (principalmente Risueño de Amador). En el capítulo 4, Matthews se ocupa de la polémica entre los fisiólogos alemanes que hacia 1850 defendía una concepción experimental y numérica de la medicina y sus críticos. En el capítulo 5, se aborda el debate que tuvo lugar en el cambio de siglo entre Major Greenwood y los bacteriólogos británicos sobre la aplicación de la estadística en la investigación de laboratorio. En el capítulo 6, se relatan los esfuerzos académicos de Greenwood y Pearl, hasta la aparición de una nueva disciplina: la estadística aplicada a la investigación médica. En 1946 ve la luz el primer ensayo clínico moderno. Estos avances y el afán de Hill y sus colaboradores por popularizar este método, fueron la clave del triunfo del ensayo clínico aleatorizado hacia la década de 1960, tal y como se expone en el capítulo 7.
Matthews inicia su obra en el París postrevolucionario en cuyas universidades comienza a difundirse la obra de los padres del cálculo de probabilidades (en particular, Laplace y Poisson). La posibilidad de aplicar el cálculo de probabilidades en medicina provocó dos reacciones contrapuestas, que surgieron una y otra vez durante todo el siglo XIX, e incluso parte del XX. Mientras que, por un lado, se rechazaba el razonamiento cuantitativo por considerar la medicina más un “arte” que una “ciencia”, por otro se admitía que el cálculo de probabilidades le conferiría a la medicina un carácter de veracidad científica. No obstante, los pocos médicos que con sus trabajos intentaron aproximar la práctica clínica al cálculo estadístico carecían de formación matemática rigurosa.
Tal fue el caso del parisino Pierre Louis. Louis desarrolló el método numérico inspirándose en los trabajos de Laplace sobre la corrección de errores en la observación astronómica. Propugnaba que el médico debía recoger sistemáticamente sus observaciones clínicas, calculando medias para corregir los errores subjetivos de medida. Así la observación en medicina tendría carácter científico. Sus detractores en la Academia parisina (Risueño de Amador, Double, Dubois…) criticaron que, al centrarse en observaciones generales, la medicina científica faltaría a sus obligaciones con el paciente individual. Dudaban, además, de que el método estadístico pudiera superar a la experiencia acumulada individualmente por cada médico. Según Matthews, Louis tuvo su principal defensor en Jules Gavarret, educado como ingeniero en la École Polytechnique y licenciado después en medicina. Su formación le dotaba de autoridad para reprochar su ignorancia matemática a los críticos de Louis, defendiendo la posibilidad de una epidemiología matemática (aplicando la ley de los grandes números a las observaciones médicas). Aunque sus ideas obtuvieron cierta repercusión internacional, en general, la comunidad médica no se molestó en desarrollarlas. Excepto en Alemania, en cuyas Facultades de Medicina existía, al parecer, una mayor inquietud por la investigación.
La fisiología alemana, centrada en la experimentación en el laboratorio, se encontró con el problema de los errores de observación señalado por Louis y quiso poner en práctica su método de corrección –aunque de modo insuficiente, como volvieron a señalar los matemáticos (Radicke). Volvió a plantearse de nuevo el debate entre objetividad estadística y experiencia individual del fisiólogo y Matthews sostiene que volvería a tener lugar una vez más, ahora en Gran Bretaña. En Inglaterra existía una escuela de estadística biológica que se desarrolla en el último cuarto del XIX gracias principalmente a Galton y a Pearson. Fue un alumno de este último, Major Greenwood, quien se planteó la posibilidad de aplicar sus cálculos para verificar la eficacia de los tratamientos médicos. Según Matthews, a la popularización de su enfoque contribuirían decisivamente los manuales de Pearl (sumamente accesibles para lectores sin gran educación matemática) y las tareas propagandísticas de Austin Bradford Hill. Sus aportaciones desembocarían, ya en 1940, en los ensayos clínicos aleatorizados como paradigma de la experimentación médica.
Para resolver el conflicto entre el bienestar del paciente individual y la búsqueda del conocimiento objetivo, algunos defensores del ensayo clínico como Witts propusieron la introducción de reglas en su diseño, como el consentimiento voluntario de los participantes. Sin embargo, la aceptación general de los ensayos clínicos se debe a una exigencia social. En la población iba calando la creencia de que la profesión médica y sus decisiones terapéuticas debían regularse. En los años 60 se había administrado, bajo criterio individual de algunos médicos, un nuevo fármaco entre miles de mujeres en edad fértil (talidomida) que fue el causante de un brote de malformaciones infantiles. Este hecho generó un rechazo público tal, que obligó a los gobiernos de las democracias modernas a exigir pruebas sobre la eficacia y la seguridad de los nuevos fármacos. La sociedad exigía que frente a la experiencia individual de cada clínico, se estableciese una forma de conocimiento superior. Matthews se refiere a este hecho como un caso especial dentro de la creencia general de la supremacía de los números para la obtención del conocimiento objetivo. El ensayo clínico aleatorizado acababa de asentarse como el método estándar para evaluar con objetividad los nuevos tratamientos.
El libro tuvo una gran acogida en el mundo anglosajón, por su detallada y completa documentación. Sus conclusiones, no obstante, se prestan a debate. Matthews sostiene que el ensayo clínico acabó de instaurarse fruto de las demandas sociales de la época. Sin embargo, el autor no ahonda suficientemente en cuáles fueran esas demandas (como le reprochase Stephen Stigler). También se ha considerado “demasiado entusiasta” la expresión de “triunfo del ensayo clínico”, teniendo en cuenta que desde sus orígenes éste no ha dejado de tener opositores. Aunque pueda resultar de un mayor interés a profesionales de las ciencias de la salud o bioestadística, el libro aborda el tema de una forma sencilla y entretenida que no defraudará al lector general.
María Teresa García Martínez
Servicio de Cirugía General y Digestiva
Hospital do Meixoeiro (Vigo, Pontevedra)
Cine para la docencia de Humanidades Médicas.-
Por Marc-Antoni Broggi.
Wit y cómo afrontar la muerte
Está claro que el cine nos ha dado muchas muestras, y muy diversas, del punto de vista del enfermo ante una enfermedad evolutiva y mortal. Pero sólo algunas películas se basan exclusivamente en la descripción de este proceso. Quizás se deba, en parte, al hecho de que resulta duro de soportar su visión de forma minuciosa; y a que, por tanto, el éxito de público siempre resultará dudoso, por bueno que sea el guión y convincente la escenificación. Es lo que ocurre con el film que hoy reseñamos, ya que, a pesar de su buena crítica (ganó por ejemplo un premio en la Semana Internacional de cine de Valladolid), su pase por los circuitos comerciales ha sido escasísimo en nuestro país y cuesta encontrarlo en DVD (lo “descatalogan”, como ahora casi todo al poco tiempo). Por otra parte, la escasez de películas sobre este tema también se debe a que es difícil presentarlo de forma atractiva y sin trampas, sin altibajos excesivos, sin caer en el tedio o, peor aún, en el sentimentalismo, peligro que lo transformaría en algo previsible y plano. Sabemos que el cine tiene más limitaciones para algunos asuntos “demasiado” reflexivos, o introspectivos, o puramente trágicos, que los que tiene la literatura, e incluso el teatro. Todo el mundo reconocerá la eficacia de las páginas de “La muerte de Ivan Illich” de Tolstoi, por ejemplo; y quedé admirado por la intensidad (y el merecido éxito de crítica y público) de su representación in extenso y literal en un teatro de Barcelona hace cuatro años; pero pensé que al cine le sería difícil conseguir algo así. Pero alguna película logra este difícil salto mortal de aproximarse debidamente al tema que hoy tratamos. Una indiscutible es Wit, aquí traducida por “Amar la vida” y que está basada en la obra escénica de Margaret Edson (aquí la vimos representada por Rosa Maria Sardá y dirigida por Lluís Pascual). La película es de 2001, dirigida por Mike Nichols y magníficamente interpretada por Emma Thomson.
Wit y el análisis del trato
Todo transcurre en un hospital, en el que la enferma, diagnosticada de un cáncer de ovario avanzado, se ve sometida a un tratamiento de quimioterapia hasta su fallecimiento. Permite por lo tanto un análisis crítico de la práctica habitual en un centro hospitalario y, sobretodo, del trato que se dispensa en él, y de lo mucho que deja que desear para un enfermo grave. Es éste un aspecto del filme que lo hace muy recomendable para la docencia de futuros médicos y enfermeras, muy apto para ejemplificar deficiencias y para discutir cuáles serían los puntos a mejorar en las actitudes. Desde la información clínica del inicio por parte del jefe de unidad (con el consentimiento informado para un tratamiento, que es experimental), pasando por la rutinaria anamnesis y la exploración física un tanto brutal que le practica el residente, la insensibilidad de las esperas en Rx, el teatral pase de visita multitudinario, el reingreso por urgencias a causa de una infección súbita, la estancia “forzosa” en la sala de aislamiento…; todo, hasta el final, y como en ninguna otra muestra que yo conozca, da pié a una valoración didáctica de cada episodio (Ramón Bayés tiene incluso un oportuno test de valoración para su pase, junto a esclarecedores comentarios[i]). Hay que decir que su utilización docente viene favorecida por el realismo y la contención de la exposición que se hace en la obra, sin caricaturas fáciles, sin acritud ni jocosidad, y sin localismos: todos podemos sentirnos retratados sin quedar ofendidos.
Hay aspectos concretos a tener en cuenta para evocar comentarios puntuales. Tal es el planteamiento del documento de voluntades anticipadas que en él se hace, y la dificultad después en su aplicación. Ya nos referimos a ello en otra reseña de este boletín. El hecho de que lo plantee la enfermera, modelo en el film de la empatía necesaria en una relación clínica, resulta ilustrativo.
Wit, y la evolución del control
Pero lo que hace la obra atractiva y apasionante es ver el punto de vista de la enferma, cómo va afrontando los agravios de su enfermedad (y de su tratamiento¡) y la aproximación a su muerte; y sobre todo, de que forma evoluciona todo este proceso.
Desde el principio nos resulta admirable la entereza que exhibe la enferma, Vivian Ghering, para controlar la situación, con su capacidad de humor y distanciamiento. Se trata de una brillante profesora de literatura inglesa del siglo XVII, concretamente del poeta John Done, y más concretamente de sus “sonetos sagrados”, los centrados precisamente en el tema de la muerte. Parece que es de su familiaridad con ellos, de su racionalidad, de su ingenio (wit, en inglés), del juego de palabras y conceptos que contienen, de donde proviene su armamentario para su actitud. Como recuerda que le decía su anciana profesora: “se trata de una valerosa lucha con la muerte convocando todas las fuerzas del intelecto para vencer a su enemiga”. El caso es que vemos que en verdad su experiencia intelectual le ayuda, le permite mantener un juego inteligente, un análisis crítico y continuo de cada uno de los personajes, de las situaciones, e incluso de la frialdad y la soledad que le rodea. Está preparada para soportarlo todo porque sabe interpretarlo todo con la ayuda penetrante de su mente. Cree estar preparada para la muerte porqué se ha familiarizado con su concepto desde hace años concienzudamente. La lucidez es su espada y su escudo. Y nosotros comprendemos a través de su mirada (a menudo mira y nos habla a la cámara, recurso muy teatral y, en principio, vedado al cine) que éste, su “querer saber”, que siempre la ha movido, sea ahora lo que la sostiene; y que el lenguaje sea un utensilio riguroso de relacionarse correctamente con los hechos. “La muerte no es algo que se representa entre puntos de admiración, con puntos y comas y mayúsculas. Sólo una coma separa la vida de la muerte. Nada más.” Así de sencillo parece. Y, como lo expone John Done, puede pensar: “Muerte no te enorgullezcas / aunque te llamen poderosa y terrible / porqué nada de eso eres a mis ojos / Todos a los que creíste abatir no murieron, triste muerte / Ni a mí vas a poder matarme…”
Pero, con la evolución de la enfermedad, las cosas se van complicando; no todo es tan nítido: no se trata de una simple coma para pasar. Hay sobresaltos, puntos de exclamación ante la incertidumbre, mayúsculas en algún dolor… Poco a poco, ve aflorar otras necesidades cada vez más perentorias: necesita algo más. Su misma frialdad y curiosidad la ve reflejada en aquellos profesionales que la tratan, y esta vez con cierto recelo. Cómo ella, también ellos quieren saber: cómo es su cáncer; pero no se interesan por su sufrimiento. Cuando el residente le expone entusiasmado su pasión por la ciencia y su poco interés por la clínica, por el caso personal, queda perpleja al reconocerse en él. Y, con cierto pudor aún, se atreve a preguntarle: “no me encontrará a faltar cuando…?”; pregunta que le queda sin respuesta. Recuerda entonces, con remordimiento, cuando ella, a su vez, trataba de forma innecesariamente estricta y distante a sus alumnos. Se va dando cuenta de que un trato así es netamente insuficiente: es des-almado. Que se necesita siempre un cierto calor humano también, un cierto interés por aquel que se tiene delante. En definitiva, que se necesita, para soportar el sufrimiento, la compañía y la compasión.
El gran valor del guión de la película es lograr decirnos todo esto sin frases explícitas, ni simplificaciones didácticas; y el director y la actriz nos lo facilitan haciéndonoslo creíble y emocionante. Simplemente se nos muestra cómo evoluciona la necesidad de una enferma que se nos ha hecho entrañable, desde su pretendida pero envidiable autosuficiencia mental, al reconocimiento del miedo y la falta de apoyo afectivo. Y precisamente porqué nos ha subyugado desde el inicio su altura de miras, su manejo de la condición de enferma, su ecuanimidad, su agudo sentido del humor y sus recursos intelectuales, nos sobrecoge después mucho más la vulnerabilidad a la que llega y su azoramiento ante el vértigo del descontrol.
Wit y cómo morir sencillamente
Un ataque de pánico rompe un día definitivamente su coraza y, por fin, se decide a altas horas de la noche a pedir ayuda. Entonces es cuando una conversación al calor de unos helados compartidos con la enfermera sobre su futuro se transforma en un primer puente para salir del atolladero y entrar en otro plano más humano y más real. Contacta así por primera vez con el beneficio que da una compañía empática, con “el efecto terapéutico de un diàlogo sincero. Y, únicamente con la fuerza que le dan estos pocos minutos de franca deliberación, es capaz de decidir sobre su “No Reanimación” futura (una ONR como manifestación de voluntad anticipada), lo que la hace sentir que vuelve a poder controlar mínimamente sus asuntos; y recupera además alguna esperanza, esta vez realista: la de que la enfermera ya no la abandonará (“aún así me seguirá cuidando, ¿verdad?” ). Es más, incluso consigue reír con ella cuando surge un malentendido lingüístico, lo que, en su caso, es toda una proeza.
Después, volviéndose, nos reconoce: “El tono era un poco cursi…, pero no hablábamos de la muerte en abstracto, sino de la mía, y nada hubiera sido peor que agudezas verbales; es la hora de la sencillez, es la hora de la verdad”. Una cosa era creerse preparada y otra, estarlo. Se había escudado en las palabras pero, dice, “me han descubierto!”. En el insight ha visto con claridad, ha aprehendido, que no es una cuestión de rigor intelectual, o no sólo de eso, sino de franqueza personal, de reconciliación con la vida, de aceptación de nuestra sencilla insignificancia. “No es cuestión de teoría”, le había advertido su vieja profesora. Y precisamente será ésta la que la acompañará en el último momento, después de tiempo de no verse, surgiendo oportunamente cuando se ha decidido ya la sedación terminal y está esperando su efecto. Encarna por tanto al temido Heraldo. La escena es hermosa y sencilla. La profesora ve que el consuelo debe ser táctil además de verbal, y prácticamente se mete en la cama con ella para abrazarla (un homenaje quizás a la escena cumbre de Gritos y Susurros, de Bergman). No le lee entonces a Done, sino un cuento infantil, ingenuo pero bien contado, que resulta además alegórico de su deseo de apartar su cáliz (“quiero esconderme”, decía…). Y oyéndolo, sintiéndose cálidamente abrazada, encuentra el reposo. “Es la hora de marcharse” le susurra al final su Ángel providencial, mientras suena la música minimalista y sublime de Arvo Pärt (Spiegel im Spiegel).
En resumen, en Wit tenemos una gran lección (entre varias): nos muestra y demuestra que para morir bien no basta el ingenio y la erudición (útiles en algún momento), sino que a la postre se precisa el contacto humilde con las necesidades más básicas. Es recomendable por tanto para todo aquel que se interese por el trabajo que representa afrontar la enfermedad terminal y la muerte, y quiera reflexionar sobre las variaciones que sufre este proceso. Es una película recomendable a la vez para todo aquel al que guste el cine bello, atrevido, intimista, intenso y ameno (mezcla nada desdeñable). Pero, además, es adecuada para los profesionales sanitarios porqué, recordémoslo, conviene que conozcan más y mejor el punto de vista del enfermo, y esta película nos brinda una ocasión excelente para ello. Finalmente, si coinciden con estos argumentos, me gustaría que me ayudaran a reivindicar la re-catalogación de su DVD y su difusión.
[1] Ramon Bayés. Wit. Medicina Paliativa. 2004, 11(3): 152-156.
Marc-Antoni Broggi
Webs de interés.-
En estros momentos –además de nuestro blog- hay en español con el nombre de humanidades medicas diversas ofertas:
1)JANO Humanidades:
http://www.jano.es/jano/humanidades_medicas/humanidades_medicas.html
La revista JANO no necesita presentaciones, pero es menos conocida la sección de Humanidades que desde hace año y medio está presente en la web, y acaba de ganarun premio por su alta calidad. Contiene en abierto casi un centenar de artículos aparecidos en los últimos dos años. Ojalá ampliaran el fondo que poseen, convirtiendo la sección en un repositorio de la trayectoria de la revista.
2)Revista cubana de Humanidades Médicas:http://www.revistahm.sld.cu/
Patrocinado por el Centro para el Desarrollo de las Ciencias Sociales y humanísticas en Salud. Entidad de Ciencia y Técnica. (ECT) , y con una frecuencia de 4 números al año, desde 2001, abarca un amplio espectro de las Ciencias Sociales y humanísticas: Filosofía, Historia de la Medicina y la Salud Pública, Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología, Psicología y Pedagogía médica, Bioética y otras disciplinas científicas afines dentro del desarrollo de la Salud Pública y de la Escuela Cubana de Educación Médica.
3)Fundación Medicina y Humanidades Médicas, liderada por el Sr. Dotu, (recordaréis la Editorial Doyma):
http://www.fundacionmhm.org/
Cito de su carta de presentación: “En el año 2003 iniciamos nuestra actividad con la publicación de la revista “HUMANITAS Humanidades Médicas” y en el 2004 pusimos en marcha la edición de una serie de monografías que se han ido publicando bajo el título genérico de “Monografías HUMANITAS”. Ambas publicaciones pueden ser visitadas de forma libre y gratuita en el área “Fondo Editorial” de nuestra web. A partir de este año 2006, nuestra actividad se centra en la edición de una revista electrónica on-line, de periodicidad mensual, que tiene la misma orientación y objetivos que sus predecesoras. Su título es “HUMANITAS Humanidades Médicas, Tema del mes on-line” y de acceso libre y gratuito”. Debo añadir que en general los artículos son de notable calidad.
4) Ars Medica. Revista de Humanidades revista esponsorizada por Pfizer:http://www.fundacionpfizer.org/publicaciones/coleccion_humanidades.html
Esta es su presentación: “Ars Medica. Revista de Humanidades es una publicación semestral (junio y noviembre) que patrocina la Fundación Pfizer y publica Grupo Ars XXI de Comunicación, S.L. El primer número apareció en junio de 2002. La revista tiene como objetivos recup erar la tradición humanística que siempre ha rodeado la práctica de la medicina y contribuir a que se entienda mejor el nuevo paradigma que se está fraguando dentro de la medicina. Consecuentemente, estas páginas pretenden favorecer la interacción de esa larga lista de materias que inciden hoy en la práctica clínica: economía, derecho, administración, ética, sociología, tecnología, ecología, etcétera. Asimismo, esta publicación desea analizar y promover los valores humanos que deben siempre estar presentes en la relación médico-paciente”. Creo que su último número vió a la luz a comienzos del 2008.
5) Revista de Historia & Humanidades Médicas, la revista bonerense ligada a la catedra de Historia de la Medicina:http://www.fmv-uba.org.ar/histomedicina/index1024x768.htm
Cito de su carta de presentación: La Revista de Historia & Humanidades Médicas – Publicaciones de la Cátedra e Instituto de Historia de la Medicina, Tercera Época es una revista electrónica que surge desde la Cátedra e Instituto de Historia de la Medicina, Departamento de Humanidades Médicas, Facultad de Medicina, Universidad de Buenos Aires. Dio inicio a sus actividades en diciembre de 2005, retomando el camino trazado por la predecesora Publicaciones de la Cátedra e Instituto de Historia de la Medicina de las décadas del ’40 y ’50, que dio brillo a nuestro instituto. La revista cuenta con arbitraje internacional y publica trabajos de historia de la medicina y de la ciencia, epistemología médica, bioética, socioantropología médica, economía de la salud, derecho médico y demás disciplinas denominadas colectivamente humanidades médicas. Nuestro objetivo es ser una vía de publicaciones y de discusiones académicas entre los investigadores de estas disciplinas de diversos continentes, reuniendo los requisitos para ser incluida en los sistemas de catalogación de publicaciones periódicas.Se puede acceder en forma inmediata, permanente y gratuita a través de los enlaces: www.fmv-uba.org.ar/histomedicina http://www.fmv-uba.org.ar/histomedicina/index1024x768.htm.
Los invitamos a recorrer nuestros contenidos y a enviar artículos para su consideración. Atentamente, Dr. Abel Luis Agüero Co-Director
6)Portal web de bioetica y humanidades medicas de la Sociedad Científica SEMERGEN.-http://www.semergen.es/semergen2/microsites/bioetica/publicaciones.htmAún en construcción, tendrá sección de publicaciones y actividades presenciales y a distancia.Lidera el proyecto el Dr. Julio Zarco.
7)Existen dos iniciativas mas en marcha, que de momento hasta donde yo se no se han sustanciado en una publicación estable:
*La catedra de humanidades medicas de Bilbao.
*HUMANA, la revista que con tanto acierto dirigió hasta Jose Ramon Vazquez desde 1996 hasta aproximadamente 2002, dentro de la Sociedad Científica SEMFyC. De momento no se ha producido su regreso en formato electrónico, es una pena.
Por favor, si conocéis otras iniciativas hacédnoslas llegar.
F. Borrell
Artículo comentado.-
Los que visitáis con regularidad este blog os habréis percatado de la presencia de dos artículos de gran interés, justo por debajo del box de Bienvenida. Por un lado el Profesor Enrique Baca nos ofrece un interesante artículo sobre la necesidad y actualidad de la Filosofía de la Medicina. Destaquemos este párrafo:
A comienzos de siglo la medicina aparece como una disciplina compleja y rica que suma y amputa campos de conocimiento a impulsos (mejor vaivenes) que no controla. Por esta razón muchas iniciativas actuales claman por una revisión de las fundamentos mismos del quehacer medico y por una investigación seria sobre la naturaleza de la medicina en nuestros días y en el futuro inmediato. Y aquí es donde aparece de nuevo la fecunda conexión que la medicina mantuvo históricamente con la filosofía y que perdió. Esta íntima conexión entre la reflexión conceptual y la medicina, entre la filosofía y la medicina, fue despreciada radicalmente por la aproximación positivista y considerada como una rémora de un pasado oscuro que sustituía la observación y la comprobación por la especulación. No es así, por ejemplo, en la medicina griega pero si puede ser así si consideramos la medicina galénica y sus derivaciones medievales que se mantienen hasta bien entrada la edad moderna. En cualquier caso nos encontramos que el siglo XX (y gran parte del XIX) suponen una vigorosa reacción contra la idea de que la medicina tenga algo que ver con la filosofía. Los últimos que mantuvieron esa idea fueron las corrientes románticas de la medicina alemana encuadradas en eso que se llamo la Natürphilosophie.
José Lázaro nos ofrece también una entrevista con el Profesor Diego Gracia, una oportunidad para acercarnos a su pensamiento, (los materiales colgados en web y de libre acceso de Diego Gracia son pocos, lo que añade interés). Hemos seleccionado un párrafo para animar a su lectura:
LÁZARO: Uno de los temas que ha ido ocupando cada vez más espacio en tu discurso es el papel de la narratividad y la interpretación de las narraciones en medicina y en bioética. Eso refleja una tendencia de la medicina actual a reivindicar los aspectos subjetivos, personales y biográficos de los pacientes. ¿Por qué aparece ahora este tema?
GRACIA: Hay dos modos de entender la racionalidad, que algunos llaman “racionalidad fuerte” y “racionalidad débil”. Uno puede pensar que la mente tiene la capacidad de adecuarse completamente a las cosas, y por tanto que la idea que nos da de ellas es perfectamente adecuada a la realidad. Esta idea de la verdad como adecuación es muy antigua, tiene una larga tradición. Pero también se puede pensar que la mente nunca alcanza ideas adecuadas, que todas las ideas son parcialmente inadecuadas y que, por tanto, hay un proceso de adecuación que es prácticamente infinito y que consiste en algo así como ir pelando una cebolla, ir descubriendo más y más capas, pero encontrando siempre otras más profundas. Si la razón no es capaz de agotar la realidad (como a veces la agota el razonamiento matemático, ya que el teorema de Pitágoras es como es y no puede ser de otra manera) sino que es un proceso de acercamiento progresivo y continuo, entonces aparece claramente el tema de la narratividad y de la interpretación. En el fondo, la hermenéutica adquiere una gran importancia en la filosofía del siglo XX porque ya no predomina la idea de la verdad como adecuación sino como desvelamiento. Se puede comparar con la danza de los velos, en que la bailarina se va quitando velos y más velos, pero nunca llega a quedarse desnuda. La hermenéutica —la interpretación de las narraciones— es el intento de irse aproximando a la verdad, pero sabiendo que la aproximación total no se dará nunca porque nunca habrá una adecuación perfecta. Me parece que es una idea de la racionalidad humana bastante más actual y más realista.