CÍRCULO DE CIBERLECTURA
ÍNDICE
Noticias.- Folia Humanística, Semana de ética y filosofía política.
Comentario de libros. –“Una red viva”.
Webs de interés.- Standford Enciclopedia Filosófica.
Artículo comentado.- Respeto por la vulnerabilidad.
Video recomendado. – Innovación y riqueza.
NOTICIAS
1.- FOLIA HUMANÍSTICA.- Acaba de aparecer Folia Humanística, dedicado a la Intimidad. ¿Cómo podemos entenderla, educarla y aprovecharla?, valores ocultos en la relación asistencial, intimidad y final de vida…. También podréis disfrutar de unos relatos de gran calidad de jóvenes médicas, relatos que saben capturar la complejidad de la profesión y vivencia sanitaria.
https://revista.proeditio.com/foliahumanistica/index
2.- XXII SEMANA ÉTICA Y FILOSOFÍA POLÍTICA
Congreso Internacional de la AEEFP
Universidad de Granada 29-31 de Enero, 2025
https://xxiisemana.wixsite.com/aeefp
La Semana de Ética y Filosofía Política es el congreso bianual de la Asociación Española de Ética y Filosofía Política (AEEFP), que viene celebrándose desde 1976. Desde entonces, su objetivo ha sido el de facilitar la interacción y colaboración entre investigadores y grupos de investigación de la comunidad universitaria, tanto a nivel nacional como internacional, que trabajan en temas y retos de la ética y la filosofía política.
COMENTARIO DE LIBROS
Eagleman D. Una red viva: La historia interna de nuestro cerebro. Anagrama Barna 2023.
Fácilmente podríamos resumir este libro en unas 50 páginas. Sin embargo, el libro tiene algunas ideas interesantes. De hecho, el autor es un neurocientífico que ha experimentado con las percepciones visuales y auditivas. Por consiguiente, algo sabrá del cerebro. He aquí, desde mi punto de vista, las ideas principales de esta obra:
1-El cerebro es una máquina de datos. Todas las percepciones pasan a ser impulsos sinápticos sobre una corteza cerebral que no es distinta para la visión o el tacto, (a nivel microscópico). Esta corteza cerebral estructuralmente igual en sus diferentes zonas, se adapta al flujo de datos que le entra, si es de la piel, será una zona de tacto, si viene de la retina, de la vista, etc.
2-Las diferentes zonas del cerebro especializadas en un tipo de función cambian si dejan de recibir datos. Por ejemplo, si dejamos de ver, la zona del cerebro especializada en visión pasa a ser utilizada por otro tipo de percepción. Se han visto cambios en apenas unas horas de tener los ojos cerrados. Si agregamos un tipo de percepción nuevo, la parte del cerebro que recibe estos datos se adapta para interpretarlos y aprovecharlos.
“La recompensa es una poderosa manera de cablear el cerebro, aunque por suerte su cerebro no necesita galletitas ni regalos para cada modificación. Lo mas habitual es que el cambio este vinculado a cualquier cosa que sea relevante para las propias metas.
Si vive en el norte y necesita aprender a pescar en el hielo y conocer los diferentes tipos de nieve, eso es lo que codificara su cerebro. Por el contrario, si vive en el ecuador y necesita aprender que serpientes hay que evitar y que setas se pueden comer, su cerebro dedicará los recursos en ese sentido. La relevancia es la estrella polar del cerebro, que se fija de manera flexible en los detalles importantes”.
Aprender algo para recordar implica cambios físicos en el cerebro. El sistema acetilcolina actuará sobre la parte del cerebro responsable de esta elaboración perceptiva o motora, y lo transformará. De manera que:
“Cuando aprende algo -la localización de un restaurante de primera categoría, algún chismorreo sobre su jefe, el nombre de alguna nueva canción adictiva por la radio-, su cerebro cambia físicamente. Los innumerables cambios del cerebro se acumulan a lo largo de minutos, meses y décadas y acaban conformando lo que denominamos el yo. O al menos el yo en este momento. Ayer era un tanto distinto. Y mañana será otra persona”.
Esta capacidad adaptativa del cerebro solo aparece si movilizamos el sistema acetilcolina, según Eagleman, y ello requiere motivación.
3-Cambios muy importantes en el funcionamiento del cerebro, (por ejemplo, una parte del cerebro inutilizada por un ictus o un accidente), pueden sobrellevarse a condición de que el paciente sea muy joven. A mayor edad menos plasticidad. Es más, algunas habilidades como hablar apropiadamente un idioma, solo se logran en edades determinadas. Son las “ventanas” de oportunidad. Pasada esta edad, todo es más complicado, o incluso imposible.
Esta es ni más ni menos que la idea de los períodos ventana, tan importantes en lo referido al abordaje de los trastornos del aprendizaje. Recomendamos los cursos de Dislexia y trastornos del Aprendizaje alojados (y gratuitos) en el Campus Virtual Letamendi.
Eagleman tiene una elegante manera de decirlo: “Mi propuesta es que el cerebro funciona siguiendo un principio similar. En lugar de guiarse por la maximización de la luz del sol o la comida, trabaja para maximizar la información. A esta estrategia la llamo infotropismo. Esta hipótesis sugiere que los circuitos neuronales cambian constantemente para maximizar la cantidad de información que pueden extraer del entorno”.
Un cerebro infantil debidamente motivado es capaz de gestas que nos dejan atónitos. Ahí van estos clips de vídeos con niños tocando un instrumento musical de manera virtuosa, o jugando al ajedrez con maestros, de igual a igual. ¿Es eso bueno para sus cerebros? Esta cuestión no la aborda Eagleman, pero déjenme apuntar que -desde mi punto de vista- debilita un crecimiento armónico de todas las capacidades, entre ellas las de calibrar respuestas emotivo-sentimentales.
4- Una de las ideas más especulativas de Eagleman se refiere a las potencialidades futuras del cerebro. Concretamente apuesta el libro por una estrategia cyborg: adicionar al cerebro inputs perceptivos variados, tanto para sustituir inputs que debiera tener, (por ejemplo, devolver la visión al ciego), como para ampliar nuestra gama perceptiva a lugares hasta hoy ignotos para los humanos.
“En Neosensory hemos explorado el concepto de percepción compartida. Imagine una pareja que percibe los datos del otro: el ritmo de respiración de su pareja, la temperatura, la respuesta galvánica de la piel, etc. Podemos medir los datos de un miembro de la pareja e introducirlos por Internet en un Buzz que lleva la otra pareja. Eso abriría nuevas profundidades de entendimiento mutuo”.
El autor incluso especula con la posibilidad de recibir inputs sensoriales tan diversos como datos metereológicos, de la Bolsa de Valores, etc. Nos dice:
“De formas diversas que todavía tenemos que comprender, el cerebro cuenta con el increíble don de coger esas señales y extraer patrones. A esos patrones les asigna un significado, y con el significado tenemos la experiencia subjetiva”.
Desde luego me parece una opinión arriesgada y quizás frívola. Damos significado a unos datos cuando tenemos correlatos, consecuencias, derivadas de estos datos. Si recibo datos de la Bolsa de Singapur y no sitúo perfectamente estos datos en un entorno y momento histórico, tenderé a no memorizar estos datos. Lo que no entendemos, lo ignoramos. Y en el peor de los casos, embarra nuestros procesos intelectivos. Me parece mucho más acertada la siguiente consideración:
“Básicamente, el cerebro es una máquina que predice, y ese es el motor que hay detrás de su constante autorreconfiguración. Al modelar el estado del mundo, el cerebro se va reconfigurando para tener buenas expectativas, y por tanto tener la máxima sensibilidad posible hacia lo inesperado”.
Esta concepción de que damos significado mediante una operación de cálculo de probabilidades, se adapta bien a experiencias que todos hemos tenido. Por ejemplo, al escuchar a un conferenciante que habla muy flojito, completamos los fonemas que no oímos mediante una operación de este tipo. Proyectamos literalmente los fonemas mal escuchados como si fueran claros. Este fenómeno de “completar” percepciones por las expectativas, está detrás de muchas ilusiones ópticas y auditivas. Pero no hay que exagerar: en ocasiones no entendemos lo que percibimos, y admitimos que no lo entendemos. Esta es la gracia de abrirnos a la perplejidad. Sin perplejidad no habría exploración del mundo.
Para acabar me quedo con esta anécdota que sintetiza bien el espíritu del libro:
“Se cuenta una historia del violinista Itzhak Perlman. Después de uno de sus conciertos, un admirador de entre el público le dijo: ≪Daria mi vida por tocar así≫. A lo que Perlman replico: ≪Yo ya la di≫”
Francesc Borrell
Sant Pere de Ribes
WEBS DE INTERÉS
Standford Encyclopedia Philosophy
Esta enciclopedia es una de las más completas y actualizadas. Por desgracia solo está en inglés, pero con los traductores actuales es una barrera que fácilmente se supera. Un Comité Editorial revisa los artículos antes de su publicación, y cada 4 meses transforma estas entradas en artículos que pueden descargarse en pdf. Las diferentes entradas se van actualizando periódicamente.
En estos momentos hay más de 2000 entradas. Puede consultar el índice temático aquí:
https://plato.stanford.edu/contents.html
Cada entrada identifica la fecha de elaboración y actualización, autores, índice del artículo y bibliografía. Se puede consultar el currículum del autor, accesibilidad de la bibliografía… En verdad esta Enciclopedia nos deja sin palabras por el grado de precisión y exhaustividad. Veamos solo como ejemplo la primera entrada de la Enciclopedia, “abducción”. He aquí el Índice:
Pablo Oliveras
Murcia
ARTÍCULO COMENTADO
Henk ten Have. Respect for Human Vulnerability: The Emergence of a New Principle in Bioethics. Journal of Bioethical Inquiry 12 (3):395-408 (2015) DOI:10.1007/s11673-015-9641-9
En el Boletín Iatros de noviembre ya abordamos el tema de la vulnerabilidad. Decir que este concepto es de los más utilizados en el debate público, y que, a su vez, precisa de mayor concreción y rigor, nos lleva a regresar y profundizar en él.
La vulnerabilidad se ha convertido en un principio ético central dentro de la investigación clínica y la bioética. Se concibe no solo como una guía para la práctica médica, sino también como un fundamento ético necesario para el desarrollo de una medicina sostenible, equitativa y accesible para todos. Además, la vulnerabilidad establece nuestras responsabilidades morales hacia las personas más susceptibles, así como una base esencial para la formulación de políticas en el estado de bienestar moderno.
A pesar de su importancia, la noción de vulnerabilidad ha sido objeto de múltiples críticas. Se le ha señalado por ser vaga y difícil de definir, lo que ha llevado a que su uso sea limitado, ya que no proporciona una orientación moral clara para la toma de decisiones. Basta apelar en un debate público a la vulnerabilidad de un colectivo, para justificar derechos que de otro modo no tendrían. También apelar a la vulnerabilidad cancela debates. No resulta políticamente correcto oponerse a la vulnerabilidad de un colectivo.
También ha sido criticada por ser estigmatizante, ya que categoriza de manera amplia a grupos enteros como vulnerables, lo que puede llevar a una excesiva generalización y una falta de precisión en la identificación de quienes realmente lo son. Este uso indiscriminado del concepto ha hecho que la vulnerabilidad sea aplicada de manera tan extensa que, en ciertos casos, abarca a casi todas las personas. En la actualidad resulta fácil reclamar el título de vulnerable y beneficiarse de ayudas, exenciones, públicas, etc. Pero veamos que nos propone el artículo:
Tras décadas de análisis crítico, han emergido tres cuestiones clave sobre la vulnerabilidad: en primer lugar, se distingue entre dos tipos básicos de vulnerabilidad, la inherente y la social; en segundo lugar, la categorización de grupos como vulnerables resulta ser excesivamente amplia; y en tercer lugar, es necesario precisar mejor las implicaciones y consecuencias de esta vulnerabilidad. Desde una perspectiva filosófica, se argumenta que la condición humana está marcada por la fragilidad y la debilidad, lo que hace que sea difícil, o incluso imposible, cambiar la vulnerabilidad inherente a la naturaleza humana. Sin embargo, desde una perspectiva política, las condiciones sociales y económicas pueden incrementar la vulnerabilidad de ciertos grupos, especialmente en contextos de desigualdad o pobreza, como ocurre en muchos países en desarrollo.
Uno de los problemas que surgen al utilizar el concepto de vulnerabilidad en diferentes contextos es que se corre el riesgo de confundir los discursos filosóficos y políticos. En ese sentido, algunos argumentan que, dado que todos los seres humanos son vulnerables en mayor o menor medida, no es necesario brindar protección especial a ciertos grupos. Sin embargo, otros autores señalan que, en lugar de naturalizar la vulnerabilidad como una característica inherente de la naturaleza humana, debemos centrarnos en las situaciones concretas que la generan. Es decir, más allá de considerar que algunas personas son intrínsecamente vulnerables, es crucial analizar las circunstancias sociales y políticas que agravan su vulnerabilidad.
En respuesta a las críticas, se ha propuesto redefinir la vulnerabilidad como una incapacidad sustancial para proteger los propios intereses, una definición que fue adoptada por las directrices del CIOMS en 1993. Esto sugiere que no basta con clasificar a grupos o poblaciones como vulnerables, sino que es necesario un análisis más detallado para identificar cuáles individuos, dentro de esas categorías, requieren protección adicional y cuáles no.
Las implicaciones prácticas de la vulnerabilidad también han sido objeto de debate. Por un lado, se ha argumentado que la participación de personas vulnerables en la investigación clínica debe justificarse de manera especial, ya que son percibidos como sujetos fáciles de reclutar debido a su situación. Esto ha llevado a que las directrices éticas, como las del CIOMS de 1991, exijan una vigilancia estricta por parte de los comités de revisión ética cuando estas poblaciones están involucradas. Por otro lado, la vulnerabilidad se ha asociado con la necesidad de brindar protección adicional a aquellos que no pueden proteger sus propios intereses, mediante la implementación de medidas de protección, como requisitos de consentimiento más estrictos o la limitación de los riesgos a los que están expuestos los sujetos.
Además de la protección, se ha sugerido un enfoque más positivo en la respuesta a la vulnerabilidad. En este sentido, se propone que la investigación sea receptiva a las necesidades de las personas vulnerables y que los beneficios de dicha investigación estén dirigidos a mejorar sus condiciones de vida. Esta perspectiva se articula en directrices como las del CIOMS de 2002 y en las revisiones posteriores de la Declaración de Helsinki, donde se enfatiza la necesidad de que los proyectos de investigación proporcionen beneficios tangibles para las poblaciones vulnerables. Un caso a evitar sería el de reclutar personas de un grupo vulnerable para un estudio sobre efectos medicamentosos que se aplicará fundamentalmente a un grupo de población diferente, (por ejemplo, étnicamente diferente).
Hasta el momento, el debate sobre la vulnerabilidad ha girado en torno a dos cuestiones principales: la protección y su insuficiencia en muchos casos. En un inicio, la principal preocupación era la justificación de la inclusión de personas vulnerables en la investigación. Sin embargo, la necesidad de protección se ha vuelto más relevante en los casos en que la capacidad de tomar decisiones autónomas está comprometida. No obstante, cuando la vulnerabilidad está relacionada con las condiciones sociales y económicas, las medidas de protección pueden resultar paternalistas en exceso, ya que las personas involucradas suelen tener plena capacidad de tomar decisiones autónomas. En esos casos, la solución no es proteger a las personas de sí mismas, sino empoderarlas mediante el respeto a su dignidad y una responsabilidad social compartida.
Algunas voces en el debate han cuestionado incluso la idea misma de que los grupos o comunidades puedan ser vulnerables, argumentando que la vulnerabilidad debe aplicarse únicamente a individuos y no a colectivos. Esta perspectiva rechaza la categorización generalizada de poblaciones vulnerables, sosteniendo que es en los individuos donde deben identificarse las vulnerabilidades específicas.
Desde una perspectiva filosófica, la vulnerabilidad presenta un desafío fundamental para la bioética. Se argumenta que la vulnerabilidad no es una condición negativa que pueda ser eliminada, sino una característica esencial de la subjetividad humana. Esta vulnerabilidad es la base misma de la responsabilidad ética y no puede ser eliminada a través de decisiones racionales o políticas. La vulnerabilidad es una condición previa para la ética, que precede incluso al orden político y social. En lugar de considerar la vulnerabilidad como un defecto a corregir, se propone que se la entienda como una fuente de libertad, desarrollo y plasticidad humana. De hecho, reconocer la vulnerabilidad puede tener efectos positivos, ya que puede proteger a las personas de la estigmatización y la discriminación.
El intento de eliminar la vulnerabilidad puede llevar a una visión irreal y utópica de la invulnerabilidad, lo que resultaría en una medicina insostenible y una visión distorsionada de la enfermedad y la discapacidad. La vulnerabilidad es parte intrínseca de la experiencia humana y nunca podrá ser erradicada sin comprometer nuestra humanidad.
En resumen, abordar la vulnerabilidad desde una perspectiva ética requiere un enfoque multidimensional que reconozca tanto la fragilidad inherente a la condición humana como las situaciones sociales y económicas que agravan esa vulnerabilidad. Las políticas bioéticas deben tener en cuenta no solo a los individuos, sino también el impacto de los contextos globales y los mecanismos de mercado que perpetúan la vulnerabilidad en diferentes sectores de la sociedad. Sin una crítica adecuada de estas condiciones, la bioética solo podrá ofrecer soluciones superficiales y paliativas.
Pablo Oliveras
Murcia
VIDEO RECOMENDADO
Innovación y creación de riqueza. Xavier Marcet.
Para innovar hay que observar, empatizar y adivinar lo que el ciudadano necesita.
La innovación es un factor clave en el desarrollo económico. Para Xavier Marcet lo importante es enfocar el futuro, tener capacidad de aprender. ¿Qué necesitan los ciudadanos? Nos atiborramos de estudios de mercado y no observamos lo que hace la gente. Primero empatía, luego tecnología, pues no sirve para nada avanzarse en el tiempo, porque no venderás nada. Sin pasión y compromiso no hay cambios sensibles. Con actitud funcionarial no hay cambios sensibles. Hay que preparar toda la organización para que haya un paso adelante. El día a día puede comerse todo el tiempo, pero esto no es mentalidad directiva.
Esta sería la mentalidad que deberíamos incorporar al Sistema Nacional de la Salud.
La Redacción.