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CIRCULO DE CIBERLECTURA
INDICE.-
Noticias.- Filosofía de la Salud Pública; Curso de Bioética Narrativa.
Comentario de libros.- El arte de volar; biografia del silencio.
Artículo especial.- “El teatro como experiencia”, MA Brfoggi.
Video recomendado.- La experiencia de meditar, por Pablo d´Ors.
Noticias.-
-Filosofía de la Salud Pública. Seminario de la Universidad Autónoma de Barcelona, Facultad de Filosofía. 10 de Enero. El profesor J.Lázaro impartirá una conferencia sobre la violencia.
–12° Congreso Mundial de Bioética
-Curso de Bioética narrativa, Valencia 5-7 marzo . Dirigen el curso: G. Moratalla y L Feyto.
-Podéis leer el Boletín del Grupo de Bioética de la U. Complutense de Madrid en:
También encontraréis información sobre el último libro de Lydia Feyto sobre Etica Narrativa.
Comentario de libros.-
EL ARTE DE VOLAR
Antonio Altarriba y Kim
Edicions de Ponent
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Kim y Altarriba |
En 2010, el catedrático de Filología Francesa de la Universidad del País Vasco Antonio Altarriba (guionista) y el ilustrador Kim (creador de la serie Martínez el facha, de “El Jueves”) obtuvieron el premio nacional de comic por esta obra, que trata sobre la vida y muerte por suicidio del padre Altarriba, ocurrida en una residencia de ancianos en 2001, cuando tenía 90 años de edad. La historia recoge la biografía del protagonista, sus fracasos, las renuncias, los errores, el desencanto, y la progresiva muerte y autodestrucción del protagonista. Altarriba hijo se identifica son su padre (llamado también Antonio) y siente que son el mismo individuo, lo que le permite una narración autobiográfica. La obra arranca de una magistral descripción gráfica del acto suicida que refleja la cuidadosa planificación de la muerte autoinflingida, el aprovechamiento de las rutinas institucionales que garantizan una menor supervisión y por lo tanto un mayor éxito del intento de acabar con la propia vida. La muerte por defenestración de Antonio representa un vuelo, un recorrer vital y mortal desde su nacimiento hasta la desesperación final que le lleva a sentir la muerte como una liberación.
Seguimos al protagonista en sus primeros años de vida en un entorno rural y caciquil aragonés, con un padre despótico y una madre afectiva aunque ausente el relato. Fascinado por la velocidad y el motor desde su infancia, tras la primera pérdida de un amigo y un fracaso aún niño en la huida hacia la ciudad, un joven Antonio curtido por la experiencia del amor vuelve a intentar establecerse en una Zaragoza atribulada en los años de la República. Influido por un compañero de pensión, auténtico teórico e iniciador, se decanta gradualmente hacia posturas anarquistas. Al estallar la guerra civil, el protagonista se ve en “zona nacional”, pero consigue alcanzar las filas republicanas, donde convertido en conductor de vehículos militares compartirá la utopía anarquista con tres amigos que plasman su fraternidad en unos anillos de plomo elaborados por uno de ellos a partir de una bala. La muerte en combate del orfebre dejará a Antonio como depositario de su anillo.
Tras la guerra civil y después de sufrir el duro trato que recibieron los exiliados republicanos en Francia, Antonio se integra en la resistencia contra los invasores alemanes. Son años en los que experimentará múltiples decepciones, desde la delación por parte de uno de los miembros de la familia que le acogía, tal vez del que menos cabía esperar que lo entregara, hasta el desinterés y el puro abandono al que le somete un alto funcionario de la república española. Terminada la contienda, Antonio colaborará en la Francia de la postguerra con uno de sus camaradas anarquistas en un lucrativo estraperlo. A pesar del éxito económico de su empresa, gradualmente se instaura en él una sensación de fracaso y decepción que le llevará a abandonar el negocio y a regresar vencido a España, no sin antes reclamar a su camarada que le entregue su anillo de plomo, que no es digno ya de portar por haber abandonado los ideales anarquistas con su afán de enriquecerse vilmente.
De nuevo en Zaragoza, Antonio se inserta en una sociedad triste y opresiva y se encuentra con que su iniciador en el anarquismo se ha convertido en un apóstol de la “Nueva España” que glosa con apasionamiento las virtudes que encuentra en el régimen de Franco. También en la pensión conocerá a su esposa, sobrina de la patrona, y se casará siguiendo los dictados del nacional – catolicismo y la religiosidad de su esposa. Desencantado de sí mismo, envía su anillo a Mariano, el único de los camaradas que mantenía todavía la llama de la utopía anarquista en su exilio francés. Antonio, que no tardará en ser padre, trabaja para el marido de su prima, un industrial oportunista y crápula que se beneficia de sus conexiones con el régimen hasta que sus empleados de confianza, entre ellos el propio protagonista, siguiendo las instrucciones de una esposa harta de sus infidelidades, consiguen arruinarle y hacerse con la empresa. Convertido en empresario, un Antonio desencantado por la distancia emocional y sexual que le separa de su propia esposa, colabora en la traición de la mujer de uno de sus socios y es a su vez traicionado por otro, hasta perder la empresa y quedar en una situación financiera muy comprometida. Únicamente le quedan en estos años de desengaño y frustración la relación con su hijo y el contacto con Mariano, en cuya casa Antonio hijo pasa los veranos y adquiere el francés.
La vejez es para Antonio una época de soledad y frustración en la que añadir nuevos desengaños. Definitivamente separado de su esposa, ingresa en una residencia de ancianos, donde experimentará una tras otra las pérdidas de compañeros de la residencia, de su esposa, que muere alejada de él, e incluso de su camarada Mariano, quien tras enviudar consigue fundir los cuatro anillos de plomo en una nueva bala con la que se quita la vida. La angustia y la depresión invaden el cuerpo de Antonio como un topo que anida en su pecho y le corroe las entrañas. Tras intentar tirarse al río es ingresado en Psiquiatría, donde se le trata. Al alta y supuestamente mejorado sume a su hijo en la angustia al suplicarle que le mate. Finalmente se lanza al vacío terminando con su vida y su dolor.
Al margen de lo que de catártico tiene para el autor contar la muerte de su padre, “El arte de volar” es un homenaje, un ejemplo de amor filial que permite una lectura de la depresión geriátrica y del suicidio desde la perspectiva erikssoniana de los ciclos vitales, en la que la vejez se caracteriza por la dicotomía integridad / desesperación. Según esta visión, el fenómeno psicológico de la ancianidad es la reminiscencia, la vuelta de la memoria al pasado, la revisión de vida. El viejo sano e íntegro concluye en el proceso que su vida ha merecido la pena, mientras que el anciano que en su personal revisión encuentra solo fracaso y decepción llega a la desesperación al constatar que no queda tiempo para enmendar esa sensación. No hay oportunidad para rehacer o deshacer, para compensar o enmendar. La depresión se asienta irremisiblemente y el suicidio es un escape de la angustia y el sinvivir. En la vejez del protagonista de esta novela gráfica se asienta la vivencia de la frustración de sus ideales, de su fracaso vital y de la decepción que la historia, las personas y hasta él mismo, sin quererlo, le han causado. La culpa por todo ello se plasma en el juicio onírico al que es sometido por las personas ya muertas que han sido significativas en su vida, y cuyo conmovedor veredicto es que el tribunal ha acordado por unanimidad liberar a Antonio de la vida, de noventa años de condena a existencia forzada. Refleja así “El arte de volar” la desesperación y el dolor sin esperanza de la experiencia depresiva grave y la vivencia que de liberación tiene para el sujeto la muerte.
Juan Medrano, Bilbao
Antonio Altarriba y Kim. EL ARTE DE VOLAR
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Concepto
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Puntuación sobre 10
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Comentarios
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El libro es la reivindicación de un hombre, de sus penas, y de sus errores.
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¿Volverías a leerlo?
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Una obra maestra que será apreciada como tal por los amantes del comic, y que no defraudará a quienes no sean unos apasionados del llamado noveno arte
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¿Realiza aportaciones significativas?
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9
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Ejercicio catártico para el autor, valor histórico y descripción acertada de la depresión en la vejez
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Elogio del silencio.-
D´Ors, Pablo. Biografía del silencio. Siruela, 5ª Edición, Madrid, 2013.
Algo prefiero a la música: el silencio. Pocas cosas me son mas amables que la música, pero entre ellas, sin duda, el silencio. Por ello compré sin pestañear este librito de Siruela para descubrir no solo un texto cautivador, sino también un personaje. Quien conociera Eugeni d´Ors, ensayista, puede ahora conocer a su nieto Pablo (Madrid, 1963), escritor y sacerdote educado en ambiente cultural alemán y que ha estudiado en Viena, Roma y Praga. Se ordena sacerdote en 1991, se doctora en teología en 1996 y publica diferentes obras (novela, cuento) en Anagrama. Ha sido coadjutor parroquial y profesor de teología mística y fenomenología de la religión (1996-2000), entre otros cargos.
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Pablo d´Ors |
Pablo nos confiesa que se inició en la meditación por su cuenta y riesgo. Sin embargo el libro que comentamos se inserta en la tradición zen, e incluso anterior, los Upanishads (¿será por eso que el autor nos habla de “sentadas” para referirse a su actividad de meditación? Upanishad quiere decir etimológicamente “sentada bajo un árbol”). Algunas de las ideas me recordaron el libro de Bokar Rimpoche “La meditación, consejos a los principiantes”, e incluso “la meditación paso a paso” del Dalai Lama. Pero quizás las coincidencias se deban a la similitud del camino elegido, (lo que nos llevaría a proponer un camino místico propio de nuestra especie).
Lo primero que nota d´Ors cuando se pone a meditar es inquietud. El silencio produce rechazo, sentimos malestar corporal porque el cuerpo ocupa su lugar, el lugar central de aquello que somos. No tenemos un cuerpo, somos este cuerpo. Surgen unas primeras dudas ¿Será la meditación una actividad “provechosa”? Sacar partido a todo pero sobre todo al tiempo… ¿no parece contradictorio con la meditación? La meditación nos lleva a un ahora y aquí que anula muchos supuestos e ideas gratuitas relativas a lo que somos, y por ello para meditar debemos tener coraje y una importante dosis de paciencia con nosotros mismos. Paciencia y en algún sentido compasión, compasión por lo que descubrimos, no siempre agradable. Pero frente a este pánico que se hace presente, (un pánico que solo experimentará la persona suficientemente honesta consigo misma para reconocer los fantasmas y miedos que surgen en el silencio), también hay luz. La luz de este jardín interior, (d´Ors le llama Edén), que está en nuestro interior y lo podemos descubrir, a condición de poder practicar cierto desprendimiento.
La práctica budista llama al desasimiento, y no se si este es el sentido que le da también Pablo. A mi personalmente el desasimiento budista me parece incompatible con la filosofía cristiana, pero no es esta una cuestión que aborde el libro. Pablo hace sinónimo de desprendimiento a la confianza, confianza en nosotros mismos, en nuestro futuro, en la validez de lo que experimentamos, (yo añadiría: confianza en las ocurrencias que cruzan nuestra mente, aunque a veces no sean “políticamente correctas”). Pero en este punto el lector puede pensar que se ha producido un juego de palabras y que quizás lo que trata de decirnos Pablo quedaría mejor definido apelando a aceptarnos como somos y en todo caso tenernos compasión y paciencia.
El siguiente paso de Pablo fue el asombro: asombro ante la mutabilidad de todas las cosas, de las personas, de uno mismo. Cambiamos para ser nosotros mismos. Meditar para ser conscientes de la conciencia equivale para Pablo a habitar el ahora y el aquí, el asombrarse por la las pequeñas novedades de nuestras pequeñas (grandes) vidas. Tocar la realidad de nuestras vidas desechando las quimeras, “darnos un baño de realidad” (pág 38). De esta manera la meditación se hace hábito: “medito para que mi vida sea meditación: vivo para que mi meditación sea vida”. La vida, nos dirá mas adelante, “es un viaje espléndido, y para vivirla solo hay una cosa que deba evitarse: el miedo” (pág 94)
Para verse a uno tal cual es no hay que intentar mirarse directamente, sino oblicuamente, para no espantar a nuestro ser. Entonces el ser permanece, no dice Pablo, y nos encontramos por espacios cada vez mas amplios para conocernos. Cuando eso ocurre a uno le dan ganas de reírse… ¿ese soy yo? La alegría espanta al miedo.
Vivir es preparase para vivir, y la gracia de la vida está en el camino, no en la meta, (ya nos lo advertía también Kavafis). Por eso la meditación seria, tomada en serio, nos hace sentir quienes somos, nos afirma, y con esta afirmación empequeñece los cálculos utilitaristas de ser alguien en la sociedad, de hacernos un hueco para triunfar… (Recomendamos sobre este tema el libro de Alain de Bottom, “Ansiedad por el estatus”). Pero si eso es así… ¿por qué escribir este libro?, ¿por un afán de notoriedad?…. no, se responde Pablo, para aprender a confiar en la meditación, en el silencio. Callemos pues, cerremos esta páginas y lancémonos a “este océano oscuro y luminoso que es el silencio” (pag. 110).
(Vea el lector interesado el video sobre el mismo autor, que completa este breve resumen).
Francesc Borrell
Sant Pere de Ribes, Barcelona.
D´Ors, Pablo. Biografía del silencio.
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Concepto
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Puntuación sobre 10
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Comentarios
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Interés
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Para aquellas personas que hacen de la meditación un hábito.
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¿Volverías a leerlo?
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8
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Este es un libro que gana plenitud en la relectura. Sería un desacierto quedarse en una primera y única lectura.
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¿Realiza aportaciones significativas?
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7
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Se trata de una traslación del pensamiento zen a la cultura cristiana, redescubriendo valores que por sabidos y a veces menospreciados han pasado casi a ser un contravalor. Uno de los aciertos es descubrir hasta qué punto forman parte de nuestro ADN.
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Artículo especial.-
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Marc Antoni Broggi |
Marc Antoni Broggi, médico cirujano, escritor y experto en Bioética, (recordemos su libro glosado en estas páginas), nos regala con una intensa y sugerente visión del arte, y mas en concreto del teatro. El buen arte no es imitación de la vida, es recreación y aprendizaje. Por eso, nos advierte….
Vamos al teatro a ver jugar y, en parte, a jugar también. A jugar a ser ciudadanos crédulos, ingenuos, solidarios, alegres, críticos y comprometidos con las formas de imaginación fértil. No es casual que la imagen más descriptiva del teatro sea la máscara (uno no se la puede imaginar para el cine). Porqué tras la máscara se estimula mejor que la imaginación juegue sin cortapisas, demasiado pudor. Persona quiere decir “máscara” en griego, y es lo que cada cual es, o lo que quiere ser: es algo que evoca detrás un trabajo creativo de autorrealización.
Para leer este artículo especial pinchar aquí (también disponible en la columna lateral del blog).
Vídeo recomendado.-
La experiencia de meditar, por Pablo d´Ors.-
Meditación es para Pablo nostalgia, pánico y revelación.
Nostalgia porque el silencio nos hace bien, pues estamos bombardeados por sonidos, imágenes, que no nos construyen, nos destruyen. El silencio nos recrea en el ser personas. Nostalgia –por tanto- de querer ser a lo que estamos llamados. Anhelo de realización, de experiencia de vida. Meditar es mirar este anhelo. Darle contornos a las cosas. Nos hace bien las cosas concretas, no las ideas abstractas. La vida interior es habitar este anhelo.
El silencio es también pánico. La meditación nos conduce a la inquietud de hacer algo, no soportamos la quietud, no nos soportamos a nosotros mismos en silencio, necesitamos llenarnos de palabras. Somos maestros de la fuga, humos de nosotros mismos. Y ello porque en la meditación emergen las sombras, porque somos codicia en el tener, ambición en el poder y vanidad en el ser. Pero los problemas de fondo no se solucionan por la vía de la acción, sino por la vía del silencio y del padecimiento. A las sombras que surgen con la meditación no hay que lucharlas sino atravesarlas. Y esa es la experiencia de la meditación: la sombra (nuestros fantasmas siempre dispuestos a acuciarnos), permanece, pero lo que es miedo y adversidad se convierte en oportunidad. Superar un problema es redimirlo. Redimir es sufrir por (o con) amor. La sombra deja de ser venenosa y deviene experiencia de vida, bagaje personal.
Pero dentro de nosotros hay también un Edén. El anhelo es esta nostalgia de luz. Queremos dar forma a una identidad, queremos que el anhelo nos conforme. Descubrir quienes somos no es una conquista, sino una revelación que da dos tipos de frutos: paz interior y alegría. Experiencia de unidad, tú no eres sin el otro, tú eres mas grande de lo que habías pensado, (véase una lúcida glosa de la mística crsitiana en “Gracia D. Construyendo valores. Triacastela Madrid 2013, capítulo “los valores espirituales”).
La Redacción.-