CÍRCULO DE CIBERLECTURA
- ÍNDICE
Nota a nuestros lectores:
EL PRÓXIMO NUMERO DEL BOLETÍN IATRÓS APARECERÁ EN SEPTIEMBRE.
¡FELICES VACACIONES A TODOS!
INDICE.-
Noticias.- Curso de Trastornos del Aprendizaje (gratuito).- II Congreso Internacional Bioética.
Comentario de libros.- Intimidad corporal y persona humana; Los muchachos de zinc.
Webs de interés.- Revisitar la obra de W.James
Artículo comentado.- Las narrativas anti-vacunas a examen.
Vídeo recomendado.- El efecto Pinocho, o cuando alguien miente…
NOTICIAS
MÓDULOS:
- Este primer módulo del curso es una introducción al desarrollo del sistema nervioso en la infancia. Anna Solerdelcoll i Alba Vergés, neuropsicóloga y pediatra, respectivamente, nos aclaran la terminología y los conceptos principales.
- Este segundo módulo lo dedicamos al trabajo pluridisciplinar. Un profesor -Joan Juliá- y una pediatra -Lidia Sanz- aplican los conocimientos del módulo anterior de manera colaborativa, con especial énfasis en la detección precoz de trastornos comunes, como es el caso de la dislexia.
- Este tercer módulo va dirigido a proporcionarnos las herramientas fundamentales para la detección precoz de los trastornos del lenguaje. Mireia Sala, logopeda, efectúa un didáctico recorrido en el proceso de desarrollo y maduración del lenguaje.
- José Ramón Gamo, psicólogo clínico especializado en trastornos del aprendizaje, presenta este cuarto módulo, dedicado a los llamados “neuromitos”, (falsas creencias relativas al desarrollo neuropsicológico), y los trastornos de la atención.
También pueden acceder a través de este LINK.
La Redacción
COMENTARIO DE LIBROS
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Conill J. Intimidad corporal y persona humana. De Nietzsche a Ortega y Zubii. Ed. Tecnos Madrid 2019
¿Existe la intimidad? No podemos negar la presencia del pudor, manifiesta en la resistencia a mostrarnos desnudos en público. Incluso en una playa nudista será mal venida la presencia de un fotógrafo…. ¿Resulta suficiente el pudor como prueba de que todos tenemos intimidad?
Si examinamos los escritos que hablan de la intimidad observaremos que son tres las acepciones:
1.- La intimidad como espacio. Entendida así, la intimidad queda habitada por lo más genuino de mis sentimientos, valores, creencias… También fantasías, diálogos que no expresamos, cábalas, ilusiones…. Todo aquello que no nos podemos mentir, pero también las cuasi mentiras que adornan nuestras vidas, y que al final constituyen la narración de nuestras vidas…
2.- La intimidad como relación. En el Boletín de Enero 2017 encontraréis un resumen del libro de Lauer, (“Intimacy”), que aborda esta perspectiva. La intimidad se hace y rehace a cada momento, en una permanente interacción con las personas que nos rodean. Un efecto de la soledad es la difuminación de las fronteras de la intimidad, porque perdemos el hábito de declarar como “privado” o “público” determinadas opiniones, sentimientos, recuerdos… Podemos hablar, por consiguiente, de “relaciones íntimas”, o de “amigos íntimos”, a los que permitimos entrar en este espacio donde reina el pudor.
3.- La intimidad como acto. No solo porque hay actos que solo se ejecutan en la intimidad, (defecar, mirarnos coquetamente en el espejo, etc., etc.), sino porque decisiones muy importantes parten de este núcleo genuino y auténtico…. Comprometernos en una relación, escoger una profesión o unos estudios, salir o no salir de fiesta esta noche, aceptar o no una invitación….
El libro que comentamos acentúa esta visión de la intimidad como acto. Conill J. (1952), uno de los filósofos más importantes de nuestro país, (aunque menos conocido que su esposa, Adela Cortina), parte de una visión orteguiana de intimidad. Para Ortega la vida interior es lirismo, entendido como transmisión de sentimientos y calidades estéticas a la realidad, y de la realidad externa a mi propio yo. “Lirismo es vida interior, vida interior es personalidad; personalidad es poder plástico, energía creadora de realidades, fuerza para conformar la materia dura del mundo exterior según nuestra voluntad y nuestra idea” (cita de Ortega, pág. 50 Op. cit.).
La cita anterior podría perfectamente suscribirla Nietzsche. La voluntad es lo que nos define de manera más precisa, eso es, las intenciones que nos mueven a cada instante, lo que deseamos o lo que nos obligamos a desear por imperativo laboral o social…
Lo que hacemos, los actos que anudan cada instante en un rosario de eventos, es lo más genuino de la persona. En cambio pretendemos que lo sea la imagen que nos hacemos de nosotros mismos, o la narración biográfica con la que amputamos lo mas desagradable, nos justificamos y a la postre, nos mentimos, (¡a Dios gracias!). “Ortega deja muy claro desde muy pronto (1914) que la intimidad no se encuentra en la introspección” (pág. 51). En cuanto practicamos la introspección para entrar en este espacio que llamamos intimidad, convertimos en objeto algo que no lo es, una instancia ejecutiva que no se deja tomar porque es esencialmente dinámica, responde y se transforma con la realidad que nos envuelve. De alguna manera Ortega niega que la intimidad sea un corpus estable de sentimientos y valores, o en todo caso que podamos tener acceso a dicho corpus. Si acaso podemos empezar a conocernos “por las cosas que nos pertenecen” (pág 53), y de ellas, sobre todo, por nuestros actos.
Ortega distingue tres estancias de la intimidad:
a-La vitalidad, o “alma corporal”, es la fusión entre la fuerza proveniente del cuerpo y nuestros deseos, verdadero subsuelo de la intimidad. Percibir esta vitalidad y, por extensión, nuestro cuerpo, nos lleva al “intracuerpo”: sensaciones, percepciones… En la literatura actual encontramos este concepto como “metacognición”, darnos cuenta de lo percibido, sentido y pensado. Si buscamos este mismo concepto con visión histórica, veremos que es prácticamente lo mismo que el “insight”, un término introducido en el siglo XIX- principios del XX- por el psicoanálisis.
b-Una segunda instancia serían los impulsos, emociones deseos… que son “míos” pero no son “yo”. Puedo sentir o desear tal cosa, pero no equivale a que “yo quiera” tal cosa. Entre el deseo y la volición media una decisión, media que en efecto nos comprometamos en un acto de voluntad. Emociones, sentimientos, deseos, nos advierten, pero “tenemos capacidad para intervenir en ellos” (pág 56).
c-Todo lo dicho hasta aquí justifica que hablemos de una tercera estancia donde decidimos, (o preferimos), una cosa frente a otra, (“estos zapatos me gustan mas que aquellos”), una relación de amistad, (“acepto tu invitación”), un compromiso público, (“voy a dejar de fumar”), etc., etc. Por consiguiente cabe distinguir entre lo que yo quiero, lo que yo siento y lo que me viene de mi cuerpo. El dolor de una articulación me viene del cuerpo, pero yo no lo quiero; puedo sentirme triste, en contra también de mi voluntad; puedo incluso asumir un riesgo vital, (apuntarme a un curso de escalada), con la intención de embridar el pánico que siento a las alturas, (mi “yo” ejecutivo frente a la paleta de sentimientos que me vienen “de fábrica”).
Si negáramos esta tercera estancia no podríamos explicarnos la tensión vital que nos hace superar fobias y filias, que nos advierte de la necesidad de no mostrarnos tan irritables hacia ciertas personas, o simplemente buscar ayuda para neutralizar pensamientos intrusivos u obsesivos. Esta tensión entre lo que somos y lo que deseamos ser es precisamente el motor de todo cambio, de toda maduración.
Ortega va un poco mas allá afirmando que lo primero que hacemos como personas es conformar un repertorio de hábitos y tendencias con las que nos mostramos (y nos relacionamos) con los demás. Por dicha razón podemos “poseer una personalidad muy civilizada pero todavía carecer casi de intimidad” (pág 61). Ahora bien, “sólo cuando el hombre posee “criterios propios” que son su “sustancia inalienable” cabe decir que es “plenamente persona”. El que solo posee el repertorio de modos recibidos solo funcionará en las situaciones rutinarias como un “hombre estandarizado”, pero en una circunstancia nueva no sabrá qué hacer, ya que si no tiene una auténtica intimidad, no podrá recurrir al “fondo creador de sus criterios propios”” (pág 61).
El camino para cultivar este fondo creador no es la meditación, (o al menos la meditación entendida como mera contemplación de sí mismo, puesto que hay otras maneras de concebir la meditación, véase en este mismo Boletín el comentario al libro de Carrère, Yoga), sino el habérnoslas con nuestras circunstancias, con los avatares de la vida, con las decisiones diarias que nos obligan a estimular, interrogar y conformar este ámbito de intimidad, a la búsqueda de las decisiones que más nos satisfagan. Eso hace brotar la voz clara del dentro como programa de conducta, añade Conill (pág 62).
En este resumen del libro apenas nos hemos movido del capítulo 2. Ello se debe a la profundidad de la obra y a la necesidad de proporcionar al lector de una base para emprender una lectura más completa del libro. ¿Qué otros contenidos encontrarán? Muy brevemente: una discusión sobre las bases neurológicas de la intimidad, hasta qué punto podemos naturalizar a la persona humana, o el papel de la “voz de la conciencia”. Pero el resumen que ofrecemos sería el núcleo de pensamiento del que parte la obra.
Francesc Borrell
Sant Pere de Ribes
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Aleksievich S. Los muchachos de zinc. Debate Madrid 2016
Svetlana Aleksándrovna Aleksiévich (1948) nació en Ucrania, aunque se escolarizó y vivió en Bielorusia. En el año 2015 recibió el Premio Nobel de Literatura por su obra coral, a medio camino entre el periodismo y la literatura, donde da voz a los/las protagonistas de sus historias. En la actualidad vive exiliada en Berlín, ya que el régimen autoritario de Lukashenko la perseguía.
Una de sus primeras obras abordaba el papel de las mujeres durante la Segunda guerra Mundial. En la obra que nos ocupa da voz a los soldados y madres de soldados que participaron en la guerra de Afganistán (1978 a 1992). Esta guerra, calificada en ocasiones como el Vietnam de la URSS, significó un enorme desgaste para la Unión Soviética, con unos 20.000 muertos e innumerables heridos. Svetlana nos acerca al sufrimiento de una de las partes, en este caso los soldados rusos y sus familias, (sobre todo las madres de los soldados).
Para realizar esta obra Svetlana tuvo que entrevistar a muchas personas. Las transcripciones no son literales, pero si recogen fielmente el sentir y el sufrir de los protagonistas. No esper el lector encontrar un relato histórico. Lo que leerá será el día a día, las anécdotas que componen la cotidianeidad.
El título de la obra alude a los féretros de zinc que llegaban del Afganistán en aviones. Los soldados caían frente a muyahidines pertrechados con armas dadivosamente regaladas por EE. UU., superiores en todos los sentidos. También el equipamiento, cascos, armillas antibalas, municiones, era de calidad inferior, de manera que los soldados llegaban a comprar balas en los mercados de Kabul…. O… ¡a venderlas! A tal punto llegaba la corrupción.
Me ha llamado la atención algunas anécdotas que plasman lo que era entonces el Ejército Rojo. En una ocasión el soldado responsable de transmisiones se encontró que las dos radios portátiles de que disponía no funcionaban porque algunos dispositivos habían sido sustraídos y posiblemente vendidos en el mercado. Los oficiales le imputaron el robo. Por otro lado, era común robar munición para venderla en el mercado, quizás para ser comprada por fuerzas enemigas. Sin embargo, esta era la manera de sobrevivir, pues el rancho era escaso y de pésima calidad.
Algunos de los soldados habían llegado engañados acerca de su destino. Los oficiales les habían embaucado diciéndoles que era una oportunidad para aprender el manejo de modernos camiones, y tras firmar el contrato les metían en aviones hasta Afganistán. Allí vivían en campamentos rodeados de alambradas, sujetos a los abusos de los veteranos y de los oficiales. Caer en manos de los enemigos significaba ser torturados o sufrir graves amputaciones, por lo que era costumbre reservarse una bala para suicidarse. Volver herido y discapacitado a la URSS tampoco era gran alivio, pues allí la gente trataba de ignorar una guerra que no comprendía, al punto que era preferible mendigar como víctima de un accidente que como veterano del Afganistán.
Tras la lectura de esta obra creo entender algo más lo que ocurre actualmente en Ucrania. La gente prefiere vivir anestesiada, bajo la creencia de que viven en el mejor de los países, a abrir los ojos y enfrentar la realidad de una autocracia. Tantos siglos de zares y dictadores adormecen el sentimiento de pertenencia. Viven en un país que de manera íntima no creen suyo. Por consiguiente la patria no es una empresa para la felicidad de las personas, sino para la felicidad de una entidad abstracta representada por la cúpula dirigente…. ¡Si Marx levantara la cabeza!
Pablo Oliveras
Murcia.
WEBS DE INTERÉS
Revisitar la obra de William James.-
James W. Variedades de la experiencia religiosa (accesible en):
https://nytz.files.wordpress.com/2012/11/james-william-las-variedades-de-la-experiencia-religiosa.pdf
“Las variedades de la experiencia religiosa” tal vez no sea la obra más conocida de W. James, y quizás tampoco sea su obra cumbre, (podemos aseverar que tal lugar lo ocupa su Tratado de Psicología). Sin embargo “Las Variedades….” impresiona por el rigor y la amplitud de miras.
El libro parte de la idea de que no podemos confundir el fenómeno religioso con la institucionalización de la religión. La religión, ante todo, es una vivencia. Una vivencia que podemos recibir de diferentes maneras, e interpretarla también de diferentes maneras. El “hombre religioso” denostado en ocasiones como visionario, orate, enfermo, puede re-escribirse como genio, persona iluminada e iluminadora. Un hermeneuta que da sentido a la realidad, y que si triunfa no es por una manipulación de los poderes políticos de un determinado país, sino porque en alguna medida sintoniza e interpreta el sentir de millones de personas.
Por este camino James podría realizar un análisis histórico de las religiones, como intentó más tarde Bertrand Russell y sobre todo Mircea Eliade. Pero le interesa otra perspectiva más original: ahondar en la diversidad de estas vivencias existenciales que como seres humanos afrontamos cuando nos vemos “echados” en este mundo. ¿Por qué yo? ¿Por qué ahora? ¿Qué se supone que representa mi vida?…
Lo que encuentra James es una “variedad”, eso es, un abanico en la manera de afrontar estas preguntas. Existe una oferta de relatos y de sentimientos religiosos, y podemos encajar mejor o peor en cada uno de ellos dependiendo de nuestra educación, por supuesto, pero, sobre todo, de nuestra manera de ser. La manera de sobrellevar los infortunios de nuestra existencia no es ajena a las opciones que elegiremos. E incluso dentro de una misma religiosidad son muchas las maneras de vivirla.
Uno de los aspectos que valoro mas de esta obra, (que el lector puede descargar en el link que reproducimos más arriba), es el abordaje del hombre común, incluso más, del hombre sencillo y carente de sensibilidad metafísica. Esta persona que detesta hablar de temas trascendentes, pero vive su vida quizás con similar intensidad a cómo la vive un religioso, y quizás con igual o incluso superior sentido ético. No estamos hablando del ateo convencido, ni tampoco del agnóstico reflexivo… estamos hablando de alguien que por principios vive su vida sin hacerse preguntas, que detesta hacerse preguntas y se limita al “ahora y aquí”. Por cierto, ¿no es eso lo que enseñan algunas escuelas budistas? Pues no, porque a esta simplicidad llegan tras un complicado circunloquio. En cambio, estas personas “están” instaladas en esta simplicidad del ahora y el aquí. Es más, sospecho la existencia de un tipo de ateo que llega a la convicción de que no hay Dios no tras un proceso de reflexión, sino por la mera ausencia de vivencia religiosa. De manera que, (y ahora sigo a James), habría personas muy inclinadas a este tipo de vivencias, mientras que también abundarían las personas sin tal tipo de vivencias, y ambas deben ser respetadas. No solo respetadas, sino comprendidas. Y en esta comprensión destaca la obra de James.
Pablo Oliveras
Murcia
El lector encontrará en el Boletin Iatrós Febrero 2010 abundantes links para ahondar en la obra de W. James:
BOLETIN IATROS, FEBRERO 2010
ARTÍCULO COMENTADO
Roberto Fernández Álvarez, Marina Nogueiras Fernández, Carlos Menéndez Villalva
Las narrativas anti-vacunas a examen. Una comparación entre las narrativas contrarias a la vacuna de la viruela y las contrarias a la vacunación contra el COVID. Volume 27(4) Decembro 2021
https://revista.agamfec.com/viruela-y-covid-narrativas-y-creencias-antivacunas/
Los autores compararon las narrativas anti-vacunas SARS-CoV-2 con las narrativas contra la vacuna de la viruela, que se dieron en el pasado siglo XIX. Para ello realizaron una revisión histórica de narrativas contra la vacuna de la viruela, y una revisión por Internet para el COVID.
Los autores encontraron dos tipologías de argumentos:
a) Argumentos intuitivos, (que más bien podríamos cualificar de mágicos o emocionales): miedo a la muerte, a enfermedades, a la infertilidad o a la degeneración genética.
b) Argumentos racionales, (es decir, que apelan a modelos más o menos científicos, o a argumentos de apariencia científica), “aprovechan los vacíos de evidencia de las vacunas, que rellenan con conjeturas fisiopatológicas, emiten información sesgada de apariencia científica, y desacreditan argumentos contrarios”.
El conocimiento histórico de la argumentación contraria a la viruela muestra que es bastante parecida a la de ahora. Parece por consiguiente que sigue una pauta emotivo-racional, eso es, ataca tanto por el lado de las emociones como por el lado de argumentos de apariencia científica. Desde mi punto de vista conocer este paralelismo poco influirá en las personas que se oponen a las vacunas, puesto que les impulsa más la emoción que los argumentos, (y aún menos los argumentos de tipo histórico). Sin embargo, desde el punto de vista del estudio de las argumentaciones, ofrece un material que sugiere una regularidad en la construcción de dichos argumentos. Tanto en el caso de la viruela como del COVID, esta actitud anti-vacunas hubiera conducido a un estancamiento científico. También la aparición de colectivos contrarios a las políticas aceptadas por el poder político debiera hacernos pensar que hay algo así como una reactividad social a las órdenes impuestas, y el aliciente añadido para algunas personas, de destacar y hacerse famosos, aunque sea de manera espuria.
VIDEO RECOMENDADO
El efecto Pinocho, o cuando alguien miente…
¿Somos capaces de detectar a un niño que miente? Pensamoq eu lo somos, pero los estudios de campo demuestran lo contrario. En esta charla Kang Lee expone sus conclusiones: los niños solo pueden mentir cuando desarrollan un alto control sobre sus emociones, y solo cunado adquieren una Teoría sobre el Otro, es decir, si creen que esta mentira será creída y tendrá alguna utilidad para él o ella. Para detectar las mentiras de manera fiable (85% de fiabilidad, según Kang Lee), el autor ha desarrollado un sistema llamado transdermal videoimages, que consiste en filmar la cara de la persona con un detector de calor que señala el flujo de sangre. Con esta técnica ha descrito el “efecto Pinocho”, que consiste en que la circulación de sangre decrece en las mejillas y en cambio aumenta en la nariz. Este efecto deriva de la carga emocional que suscita el hecho de mentir. Otras consecuencias y aplicaciones de esta técnica pueden verse en el vídeo que recomendamos.
La Redacción.-
En caso de que los subtítulos no los veas en español puedes visualizar el video en Youtube o escoger esta opción si sigues este link.